domingo, 25 de diciembre de 2011

25 de diciembre 2011

Las Navidades más lindas sin dudas quedaron atrás. La mesa tranquila bajo las enredaderas del patio, vestida de manteles blancos y con adornos extraños, fabricados solo para la ocasión, que casi siempre incluían agua. Mucha comida, a veces tradicional, otras experimental, pero siempre preparada con ilusión y esmero. La puerta abierta y las cortinas meciéndose suavemente como marcando la respiración profunda y fresca de la noche. Mi familia de gala simple y yo que me vestía siempre con alguna combinación de ropa extraña, como si nadie fuese a verme. Comer y conversar tranquilos los cinco. Brindis afectuoso, calmo, la pirotécnia siempre era de otros y no seducía ni siquiera para salir a ver al patio. Cáscaras de nueces desparramadas entre las botellas a medio vaciar y vasos manchados con rastros de varias bebidas. Papá Noel era modesto pero noble en sus intenciones. No hacía esfuerzos desmedidos ni buscaba impresionar. Después, baile en la casa de enfrente. La música a todo volumen hasta salir el sol. De cada casa un vástago, así que ningún vecino se quejaba. A veces la sidra se revolvía en la panza saturada de alimentos y calor. Otras, se instalaba en la cabeza en un zumbido que se atoraba en las notas de las canciones de moda.
Lo único mejor que la compañía, era sentir la oportunidad del tiempo, de tener la vida entre las manos para disfrutarla de un sorbo o varios, para imaginarse y diseñarse uno mismo en el mundo, y el mundo para uno al reverendo antojo, donde cupieran todas las ilusiones fluyendo como ríos salvajes hacia un mar delicioso de finales felices.
Ninguna sensación más grata que no tener que preocuparse de nada. Nada más liberador que la indestructible esperanza de ser joven y estar bailando en el patio.
Lo que se está por acabar no es lo mejor de mi vida, lo se.
Lo entiendo cuando miro las Navidades y recuerdo los árboles repletos de regalos, imprescindibles para sobresaltar envergadura de los afectos, la escala de valor degustándose en las bocas, gente criticándose y discutiendo política, escupiendo garrapiñadas sobre las cartas justo después de los estruendos y la plata quemada en el pasillo.
Lo entiendo cuando veo el tiempo invertido como tiempo desgastado pesándome sobre el cuerpo y veo los océanos confundiendo las luces con la noche y dejándome esclava, sorda en la quietud.
No hay más música que la risa de mis hijos y a veces no alcanza para aplacar el zumbido tenso de la soledad comprimiendo la sien.
Nunca en la Navidad pensé que iba a vivir triste, porque nunca fui triste en Navidad mientras esperaba el amanecer amable y lento de los días por venir.
Tal vez fuese el cobijo de los que caminaban conmigo, de sus sonrisas lunares y sus manos extendidas. Tal vez la capacidad de disfrutar las cosas más simples, algo así como encontrar amor sin tanto rebusque y sin revolver las góndolas o encriptarse en los shoppings, no lo se. Tal vez era saber que en todos lados podía haber amor sin Navidad, simplemente mirando por encima de todo eso que se le pone a los lazos cuando no hay de donde amarrar. 
Espero haber burlado un poco, al menos, a los fantasmas de mis Navidades futuras con tanta promesa que vengo haciendo. Espero.

sábado, 26 de noviembre de 2011

26 de noviembre 2011

No es que haya abandonado los espacios que inventé. Es sólo que algunos van quedando vacíos como parte de los movimientos que se producen. Como este, por ejemplo, que se fue desplezando despacito y tuvo la delicadeza de esperar sin reclamos a que vuelva.
Es que me habita un sosiego abundante y cómodo que me cuesta creer. Estiro las piernas por toda la cama y siento las sábanas frescas acariciándo mi piel. Tan libres son cuando no se alteran con las demandas que arremeten sobre sus músculos distendidos o con las respuestas que se hacen esperar para salir a la fuerza con una frialdad casi intolerable.
Tan flexible se escurre la vida, entrando por las ventanas abiertas como palmas generosas. No cabe en este instante de muslos blancos dormidos sobre algodón verde.
Será que ya introyecté tanto límite que al fin sea hora de desalinearse, de aflojarse flotando en una laguna de sol. Tan blanda es la guarida de mis descansos que ni siquiera tengo miedo de estar soñando.

lunes, 17 de octubre de 2011

17 de octubre 2011

Hoy es un día especial. Tengo ganas de hacer esa mirada interna, pero no puedo. Quisiera poder levantar los ojos y verte, estirar los brazos y rodear tu espalda, desenredarte el pelo con los dedos, jugar con vos, reírme. Confiar... quisiera poder confiar, dejarme caer hacia atrás para que me atrapes y me beses la frente cuando me pongas de pie, sentir tu palmada en el hombro y llevarme una sonrisa tuya a donde quiera que vaya.
Pobre, a lo mejor te estoy pidiendo demasiado, a vos, que ni me escuchás, que tal vez ni sepas cuanto pienso en vos y te recuerdo. Pero que más da, si lo que importa es que recordarte me apuntala en estos tiempos difíciles. No es pavada para mí que me la paso tironeada y tuve que atestiguar y ejecutar de puño propio la ablación de órganos completos casi sin anestesia. Estás presente en mí como esa luz que viene de la tierra y recorre la espina dorsal alineando todos los puntos internos antes de restituirse al universo. Y solo entonces puedo sentirme entera.

lunes, 3 de octubre de 2011

3 de octubre 2011

Horóscopo para hoy en astro.com: Venus conjunción Urano partil a las 9.39.-
Y con razón termino la noche del domingo otra vez tapada de fotos viejas, envuelta en la sensación errática y caótica que a veces me produce la evolución del tiempo, sus vifurcaciones asombrosas y los embudos congestionados donde parece quedar patinando adrede sin querer culminar ni avanzar.
Mi venus uraniana en la casa once. La que desde siempre es esa rosa borravino solitaria luchando por no perecer en el témpano, por desplegar su belleza ante la hostilidad abrumadora, frágil e insegura, abandonada en un entorno que no encaja con su presencia.
Porque el témpano y la piedra no son amantes tiernos para la rosa. Ni el viento frío posee esa caricia firme y confiada que la haga vibrar y sentirse hermosa. No hay ojos que la miren tan cerca del cielo, tan ahogada en el silencio.
Me hago preguntas incómodas, tal como vaticina el horóscopo: ¿Son necesarios los rechazos en el curso de la vida y las cicatrices del alma? ¿Existe el sufrimiento sin sentido?... ¿Porqué se termina lo que se termina? ¿Se termina?
En mi carrera por recibirme de psicóloga social me encuentro ante escenas que se repiten (embudos del tiempo o de la mente tal vez??). Uno todo comprometido al cambio y al proyecto que se rompe en dos. Unos que deciden ir a fondo con el hacer, que avocan su tiempo y su energía a producir, a ensuciarse las manos escarbando y sembrando para alimentar esa fresca tierra sostén y madre de todos: dicen, estoy acá, este es mi grano de arena... Y otros que heredan la parte menos reconocida, la de reelaborar el sentir para darle significado y espacio. Darle custodia a la esencia cálida y acogedora de la vida que se intenta nutrir, respondiendo a las preguntas incómodas que nadie quiere escuchar, que quedan tapadas bajo el varullo indiferente de palas abriéndo surcos en el verde.
Remuevo el recuerdo y el sabor que me deja la voz de él, con el teléfono siempre prendido, invadiendo con sus conversaciones de trabajo las cenas entre semana, las tardes en la playa, los juegos con los chicos, los cumpleaños, toda la intimidad familiar... Viento frío, frío, frío, ese silencio obligado porque papá está hablando, no lo molesten, no se enojen porque es su responsabilidad. Sensación de abrir los pétalos y sentirse desnudo, despojado del calor. Témpano que no puede apropiarse de lo que no comprende, pero afirma estar ahí haciéndose sentir en esa dureza que aprieta las raíces.
Miro las fotos y veo... No es el primer abandono. Otras veces ya las cosas se acabaron. Se terminaron las horas de primavera y fuí yo la que empacó los pétalos para irse con el perfume a otra parte. Mirando las fotos tal vez me convenza de que los adioses no son permanentes y que lo que a veces parece sembrado en terreno poco apto florece en alguna otra estación de la vida y simplemente regresa cuando el sol sale y el invierno retrocede.
Lo triste es darse cuenta de que por más amor que pongas en un vínculo, por más esfuerzo que hagas por acercarte y entregarte, la soledad también puede ser una respuesta. La única que te refleje con claridad la intensidad de lo que está pasando.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Episodio 10- Desarma y sangra

Cuánta comprobación de que el contexto se hace texto cada vez que leo las páginas de la historia escrita en esos jerogríficos que despiertan ante mis ojos. Cuando afuera es éxito y realización para algunos, adentro es soledad y derrota, la cristalización de todos los temores negados. Una vida pública a la medida de los parámetros más ambiciosos aplasta lo medible en términos sensibles.
El mundo en donde siempre quise vivir no lo pude construir puertas adentro de mi casa. 
Provocar ese orden desordenado, imprevisible, creativo. Esa apuesta elevada al tono de riesgo de quiebre y respuesta desencajada y desafiante.
No... todo fue juego seguro y resultado estimativo. Ni siquiera las sorpresas sorprenden. Eran de esperarse cuando se revisan los pasos seguidos. Todo estaba anunciado en ese pergamino de acuerdos tácitos que firmamos: la confrontación separatista, la reclusión y la exclusión, el individualismo atomizante, la rigidización de las fronteras entre la responsabilidad y la expresión de la alegría hasta convertir al corazón en un páramo sin ternura. Todo anunciado.
No podía haber solidaridad si lo que se da se quita en la obligación que impone el reproche, el miedo a carencia, a quedar inferior e impotente frente a un mundo exitista y demandante. No podía haber revolución ni flores colgando del pecho, colores en los suspiros solo porque sí, porque el aire es libre y se comparte. Acá, en el ostracismo de las estructuras más salvajes, es poca la posibilidad de distinguir la plenitud y la verdad de cualquier otra cosa que se le parezca.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

14 de septiembre 2011

Bendito martes 13 tuvimos. Había una cita hecha y a la espera está el mate sobre la mesa, el pan descongelado y las mermeladas. El estomago está cerrado y a penas se deslizan los sorbos cálidos por el esófago, como queriendo abrazar con su aliento el tubo de luz entre la garganta y el plexo solar. Me lleno de luz mientras espero. Una diamantina sobre cada chakra, las manos al plexo y un rubí de rojo intensamente profundo sobre el cardíaco, aliviando la pena, expandiendo lo que queda del amor.
Con luna en Aries en conjunción Urano y cuadrando con Plutón, dos trenes y un colectivo colisionan. Amanezco con las imágenes de hierros retorcidos en la retina, emergencia, frenesí, catástrofe. Suspiro ante la posibilidad de un mal presagio. Pero no, Neptuno inunda la palabra y la suaviza. Los ciclos comienzan a cerrarse.
Soy algo nuevo recortándose en los vestigios de lo viejo, despertando de un largo sueño. De lo viejo que resiste desprendiéndose angustiosamente de la piel y de aquello introyectado en los huesos para ser soporte, plataforma de despegue... como decía Rosita. Se viene el salto... se viene, estamos listos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

7 de septiembre 2011

Tiene que haber otra forma salir de todo esto. Otra forma que no sea bajarse los pantalones ante una cara fea que sabés que nunca te va a sonreir y te va a absorber la médula. Otra forma que no sea pasar de una explotación a la siguiente. Tiene que haber una forma que signifique ser feliz haciendo lo que te haga feliz, con quien seas feliz y vivir y respirar con la frente despejada y el corazón acelerado de esperanza, de decisión de entrega.
Estoy harta de no entender donde está la liberación que anhelo, o si acaso la libertad existe y es cierta la felicidad. O si se trata de otro espejismo, lo mismo que tu aparición en mis sueños.
Vos, que a veces te moldeas de cristal en el coronario y me llevás levitando a través de los portales del tiempo a días venideros, a horas descontadas del nunca fué, a caminar por mundos donde nos conjugamos en una misma expresión de belleza. Que te hacés promesa de sol y compañía en un abrazo eterno y otras veces me perseguís grávido y frío como la muerte, con el olor de las flores abandonadas sobre la tumba, tan tristemente quietas muriéndose bajo el sol. Decime hasta cuando, decime cuanto y donde se acaba, si es que se acaba o lo inacabado soy yo. Decime si realmente me vas a sostener la mano.
Porque tiene que haber otra forma que no sea dibujando montes en la espuma del miedo. Que no sea desgastarse en el silencio agónico de los que lo perdieron todo.
Algunos dicen que el universo conspira, ojalá lo haga... entiendo que para salir de un compromiso hay que asumir otros, con sus riesgos y ataduras, pero universo querido... por favor, que sea así como lo sueño... gracias.

domingo, 4 de septiembre de 2011

4 de septiembre 2011

Mientras me comunico por el chat con mi amigo que vive en España, inicio la conversación con dos notables comentarios: "con tormenta de Santa Rosa encima"... "está todo negro...". Significativo, no?
Vicio de rayólogos analizar todo.
Se viene la tormenta, se ve todo negro, pero no, detrás está la claridad esperada. Siempre, por fortuna, hay cielo azul despejado.
Neptuno está en Piscis y las aguas vienen subiendo. De repente me doy cuenta de que en las últimas semanas me cubrí de océanos. Dos universos simbólicos, oceánicos y bellísimos, la música es uno, el otro es la palabra. El resto de la vida son peces que se deslizan en ese vientre, luces que lo serpentean desanudando la quitud, la oscuridad silenciosa de sus dominios tan profundos que uno se pierde, se desintegra y se vuelve a armar mil veces en manos invisibles.
Estoy cubierta de tormenta, de cosas que me duelen y me agitan. Y sé que, a pesar de parecer el pez en el agua, hay momentos en que no escucho, momentos en los que simplemente y sin que me hechen, me voy.
Hoy, que no siento tanto miedo, puede "ver" emerger varias cosas del escondrijo pluvial.
Cosas para decir, algunas para sentir y para ir pensando mientras seguimos nadando.
Cosas para perdonar y redimirse.
¿Y saben qué? Acaba de salir el sol.

viernes, 5 de agosto de 2011

5 de agosto 2011

Tuve una charla hermosa con mi hijo. Preocupante en algunos rincones, pero hermosa. Me encanta poder confiar en él, poder abrir el corazón y las ideas en la conversación. Me encanta empujar mis opciones al límite para acomodarme a él, a sus posibilidades frente a un mundo tan diferente (tan gloriosamente distinto en tantos aspectos, tan vertiginosamente confuso en otros) para entenderlo, poder cuestionar todas esas verdades que inocularon mi mente de espacios en blanco desde se oían zumbar preguntas temerosas y temerarias que nadie respondió con coraje, con ese genuino arrojo que poseen los que aman de verdad... y cuando digo amar de verdad no hablo de esa melosa necesidad de poseer, de proteger y nutrir. No hablo de cumplir con las responsabilidades, de sacrificarse a la bestia capitalista para proveer, ni hablo siquiera de educar, mucho menos de satisfacer anhelos narcisistas de procrear y reproducirse en vínculos que te devuelvan una imágen gratificante de si mismo, estetizada por el gozo y la satisfacción del deber cumplido, de la realización del logro, de la cristalización de los esfuerzos y la culminación que le dé sentido a todo.
Hablo de salir de adentro de uno para ponerse en la piel del otro, ser sus oídos y su voz, doler en su carne, caminar sus pasos para restituirse después al cuerpo con un girón esa otredad pegada al tejido epidérmico que recubre el alma.
Cambiar, adaptar, escuchar... escuchar... escuchar... respirar, sonreir, abrazar, aceptar... Eso es el amor para mí. Sentir vértigo. Dejarse perder. Encontrarse.
Hoy tiene chuchos de frío y un poquito de fiebre y está enojado porque no lo dejo ir a dormir a la casa de un amigo y tal vez le dije, tal vez, no vaya al cumple de quince de mañana. En fin... el devenir es infinito y sorprendente, por eso es tan divertido estar vivo.

viernes, 29 de julio de 2011

29 de julio 2011

Hoy es el día de que las palabras sean pronunciadas. Tres. Después otras cuatro.
Espero encontrar la fuerza que necesito. Y que al fin se haga la paz, más intensa aún después, cuando la tormenta pase.

viernes, 22 de julio de 2011

22 de julio 2011

Otro rato internáutico viendo mi programa de filosofía favorito me parte la cabeza.
Sí, me encanta filosofar... desde chiquita, mate va, mate viene, Seru, Sui Géneris y otras hierbas musicales mediante para estimular la charla. Porque no es tan divertido filosofar solo, la idea se alimenta en el intercambio.
El capítulo de la semana es sobre la amistad, afín a la festividad reciente.
Aristóteles y Nietszche, dos pesos pesados, son la cita principal del debate.
Principio de utilidad y placer, según el primero, hacen a la amistad imperfecta, ya que según él lo puro es que te importe solamente el otro, resignando cualquier posibilidad de goce o satisfacción personal en el vínculo. Lástima que Ari no tuvo en cuenta la cuestión humana de base: todas las necesidades se satisfacen socialmente. La alimentación, la procreación, el esparcimiento. ¿Porqué no iba a ser la amistad un vínculo tan imbricado en la esencia del acercamiento entre las personas como cualquier otro?
Lo perdonamos... no leyó nunca a Freud, no sabe que el placer es impulso de vida y preservación, que es lo que nos mantiene unidos, pegoteados, cuidándonos los unos a los otros. No comprende tal vez que el placer libera el amor, y la utilidad la creatividad, la ganas de construir y hacer. Que se puede ser una cosa y la otra. Amar, gozar, compartir, sacar gusto y provecho, y tener una ética donde el otro sea remitente inequívoco de los actos recíprocos de ese intercambio, de recibirme como yo lo recibo, en todo lo que es y en todo lo que se tiene, haciéndose presente, relevante, importante, amigo...
Luego viene la cuestión de la semejanza... la que me hace más ruido... ¿Ser amigo del que es como yo? Mmmmm, esto deja afuera a cualquiera que no sea mujer, casada, madre, clase media, desocupada, estudiante, argentina, hija de tanos, católica en duda, medio zurda, medio fachista, medio psicóloga, medio esotérica, medio poeta, distraída tiempo completo, mate adicta, blogger, rockera, hincha de Boca, nihilista, acuariana y cortaziana... mmmm no, no...
Por principio de placer y utilidad, es añudo que uno sea amigo de alguien con quien no tenga al menos algo en común, pero ¿todo? ¿Qué gracia tiene? ¿Qué beneficio trae el narcisismo amiguístico? Reproducir en el otro la imagen propia que queremos ver ¿dónde nos deja el esfuerzo de ir al encuentro, de entregarse dejándose tocar por los demás y transformarse?
Más se crece cuanto más se conoce, cuanto más nos apropiamos de lo que nos enseñan los demás del mundo, pero también de nosotros mismos.
Pero Nietszche nos condena... ahí están las cuestiones de incompletud y carencia. En el otro, que tiene lo que yo no tengo, que me muestra todo lo que me falta, y eso ¿nos lastima el ego?
Esta tal vez sea la mayor pardoja que tiene el amor. Nos deja indefensos ante nuestra necesidad, nos vulnera. Pero no hay felicidad posible si no se atraviesa ese momento de desnudez, ese instante de mirar a los ojos y dejarse ver entero con los sin y sin los con. Despojados. Solo pupila titilando el reflejo de la luz de un amor, de una amistad que solo existe si del otro lado hay otros dispuestos a querernos y aceptarnos libremente en su corazón.
"Felices sean los que saben vivir la amistad" dice Mafalda, otra filósofa amiga... y yo trato de hacerle caso, viviendo la amistad a fondo para ser un poquito más feliz.

domingo, 17 de julio de 2011

17 de julio 2011

Fotografía de un recuerdo hermoso. Hace varios años ya. La última vez a los ojos me dedicaste una sonrisa, me dedicaste tu ternura de algodón de azucar. Si en algún momento dudé de tu cariño me sirvió esa instantánea colorida para recomponer lo que los fantasmas le hacen a uno en la cabeza. Mucho tiempo pensé que te había fallado, que les había fallado a todos... muchos años en que extrané todo, pero más que a nadie a mí misma...
Yo llevaba mi niño en brazos, con cansancio de posparto en las ojeras y la cintura. Vos, con ese amor que dejaste germinar con paciencia, el que después te dió el adiós y el presente que te perpetua, parado detrás de mí en la cola del super, mirándome, sonriéndo, emocionándote... que me iba a imaginar que era la última vez que te vería...
Después te encontré muchas veces en los rincones más fantásticos de la vida, en la mente, en la meditación, en los sueños, en los ojos de otros, en otros cuerpos que recorren tus huellas buscando las mismas puertas que cuando se abren asoman a las mismas caras donde te miraste toda tu vida.
A veces puedo pensar en vos sin llorar, puedo reir bailando alguna canción de esas que tanto nos divertían, puedo agradecer, y agradecerte por tu último gesto de cariño y todos los que se que tuviste después (no puedo relatarlos porque nadie me creería) y seguir creyendo que tener amigos es una de las mayores fortunas.

sábado, 16 de julio de 2011

16 de julio 2011

Al fin se concretó lo esperado durante meses. Vino Pablo, "la escusa", y terminamos después de años, varios de nosotros, "los chicos del barrio" comiendo pizzas con birra en mi casa.
Seis o siete años estuvimos juntos, compartiendo muchas cosas, creciendo.
Para todos fue un paréntesis de existencia intensa impresa con fuerza en el alma. Indeleble. Me encantó mirarlos a los ojos y saber que los conozco aún, que son los míos, aquellos en los que invertí miles de horas entre mates lavados, calles de tierra, calor, humedad, risas, humo, música y hojas de papel. Es el mismo cariño. Sigo descubriendo en sus miradas esa conexión que se dió pura y natural, como concebida desde antes de nacer. Uno a uno los repaso y los distingo no tan distintos, para nada ajenos a pesar de los años: Se ve que sufrió y tuvo que madurar de golpe para ser su sostén y su alimento, para reencontrarlo al fin y al cabo en sus raíces... se ve que apostó y vió la bola rodar muchos años sin saber bien en que número podía caer y perdió mucho, pero no todo... se ve que tuvo la nobleza para domar mares de cemento y mares de soledad para armarse su destino... se ve que sigue esperando visitas en un living tan grande y cálido como su corazón con objetos que conspiran a escondidas las ganas de protagonizar la próxima aventura... se ve que es tan grande su sensibilidad que le cuesta tocarla... se ve que te extraña, mucho, y sintió tristeza y algo de miedo cuando el suelo se le esfumaba y todo se empezó a desintegrar, porque ese universo que se hacía girones tenía una cuadra y media de radio y pesaba millones de toneladas de amor, de momentos escritos en primera persona, dejarlo era como morirse un poco, como dejar de ser uno mismo y tener que inevitablemente reescribirse de nuevo en un idioma desconocido donde tal vez no nos podíamos entender tan bien. Tal vez era tan inmenso que había que partirlo para dejarlo ser y que cada uno pudiese custiodar una parte, darle paisajes nuevos donde hundir los ojos, otros caminos para recorrer y seguir aprendiendo.
Se vió que estabas ahí... porque eras el sol, eras la sonrisa donde convergían todas las sensaciones.
Al final estábamos juntos, porque nos llevábamos a todas partes en la materia donde nos hicimos.
Veinte años de soledad finalmente me abondonan y se llevan sus fantasmas.

miércoles, 6 de julio de 2011

6 de julio 2011

Extracto de un poema personal que escribí hace 3 años: Si existen fechas de vencimiento para lo que se siente, no lo sé, en mi corazón no hay relojes que giren en las dimensiones de tiempo establecidas para apuntar la ración razonable de vida útil de un sentimiento.
Cada vez me convenzo más de que algunas cosas no tienen edad, que parecen agotadas pero están ahí, como en stand by, esperando su momento.
¿Ando con pocas ganas de escribir ultimamente? Si. No tengo la urgencia de verbalizar todo lo que siento. Hacía falta ocuparse de hacer y de poner la cabeza otra vez sobre los hombros.
Varias cosas decantaron de este proceso que se desató.
Punto uno: Lo citado anteriormente
Segundo: No hay mal que por bien no venga, aunque suene cursi es lo que demuestran los hechos para el mejor de los casos.
Tres: Me ilusiono a pesar de todo, porque la ilusión me alimenta y me mantiene sonriendo mal que sea para los pocos espectros que atestiguan el amor que siento y el que entregué, el que busco reclinando los hombros sobre la almohada y cerrando los ojos con el ceño entrecortado por una luz que me ilumina entera cada vez que me ilusiono.
Anteúltimo: Te abrazo sin rozar tu cuerpo y te hablo como una loca, llenando cada espacio de mi mente con rostros de vos para vaciar mi soledad y no marchitarme acá viviendo y vos? Allá...? Quién sabe... Ya no importa, o tal vez no importe aún, todavía, que más da...
Último: El único miedo que me agita es no encontrarte y eso, a como están las cosas, ya sabemos que no es posible. Algún día las sombras se van a abrir y me vas a encontrar para tomarme de la mano, me vas a rodear con tus brazos para abrazarme, para seguir queriéndome y fundirte conmigo sin el apuro de las convenciones o el dolor de lo que no fue.

domingo, 26 de junio de 2011

26 de junio 2011

¿Puede ser que todos habiten en la muerte ya? Esas almas fieles y enormes que me pudieran comprender. Los dueños del abrazo que necesito, del beso, del consejo de sol y la luna de espejos bordeando secretos y caricias cálidas que se esfuman en recuerdos de lo que no fue, de lo que no llega. Debo suponer que no hay tiempo, no hay espacio. Debo agradecer el amor, venga de donde venga, y vivirlo donde se encuentre. Suponer que ya no habrá materia donde arraigarlo, que solo es espíritu y allá se anida, y allá se anuncia desde los sueños.
Ay de mi soledad cuando despierto, cuando las paredes se me empiezan a cerrar sobre las sienes. Ay de los que caminan conmigo por la vereda verduzca, los que soportan mi silencio consentido.

miércoles, 1 de junio de 2011

1 de junio 2011

Mi cuerpo me oprime hoy, me siento rara. Tengo migrañas hace varios días, sobre todo a la hora de dormir. Desperté y me conecté con mis compañeros de estudios. Dejé aportes a las varias tareas que comparto con ellos y después al quehacer del hogar. Puse música para acompañarme, pero casi no la escuché. Solo una canción me sacudió entera y otra vez recuerdos de una vida que no fue.
Todo está raro hoy en mí. Hasta me tiembla un poco la mano cuando escribo, los ojos se me vencen, el estómago da vueltas, la espalda pesa y se tensa como si se fuera a quebrar. Me preparé un té de tilo porque sentía el peso de una viga de suspiros y ahogos en el pecho y no podía respirar.
Miro mi horóscopo diario. Urano se opone partil a Plutón. Y cada cambio es una muerte, un abismo de vacío mortal que duele. Muerte que libera pero que primero mata.
Te mata con la espada del tiempo, la soledad, las oportunidades que ya no están, lo que fuimos o no llegamos a ser y la sentencia de tener que ser materia para transitar sujetos al margen que el reloj nos da. Todo eso duele, no poder resetear. Hay tiempo y hay espacio en la necesidad que apura afectos y condensa fragilidad de vacíos insoportables. Hay corporización y leyes que nos esclavizan a ser espíritu corrupto por la naturaleza para esos ciclos que solo significan una cosa: muerte.
Se necesita con suma urgencia al doctor Emmet Brown y su máquina del tiempo.
¿Qué habrá sentido Gustavo cuando el tiempo se le iba? ¿Habrá librado la batalla bajo qué súplica: un minuto para torcer el rumbo, un año menos de cigarrillo, o tal vez ninguno, un cuerpo limpio y fuerte que resista la adolescencia de sus hijos, terminar la hipoteca o acariciar la piel de su mujer?
Se necesita con suma urgencia al doctor o un autoparlante que advierta más elocuente que el frío del final: No salgas a cargar nafta esta noche. Ponete el casco antes de arrancar. No es una indigestión, corran al hospital. Hoy no salgas a andar en bici, no va a haber luz que te resguarde. Cuestioná, no tengas miedo, cuestioná. No salgas con ese chico, vas a terminar como tu mamá.
La puta madre.

lunes, 30 de mayo de 2011

30 de mayo 2011

Una amiga me pregunta que fue lo que me enamoró de él. No lo recuerdo.
Busco en la vieja lata de galletitas Bagley donde guardo mis recuerdos esa bolsa transparente donde duermen sus cartas. Despliego pedazos de papel, son programas de cine y teatro, envoltorios de chocolates y alfajores, boletos de tren, entradas a la platea de la cancha, algunas tarjetas. Encuentro las cartas, las releo, lo que su letra desordenada me permite comprender.
Verdad es que yo era una chica confundida allá por 1992, que me había quedado sin nada de todo aquello que me había sostenido y hecho feliz durante años. Que me había quedado sin el futuro planificado hasta allí, sin apoyos, casi sin integridad y sin vocación. Que no había pegado una desde que terminé la escuela, que no podía aflojarle a la presión de mi familia, que tenía pocas amigas y un chico al que seduje y quise durante dos años para darme cuenta que no era para mí.
Cuando lo conocí, me enamoró su grito. Ese: "no encuentro mi lugar en este mundo que no entiende que soy sensible, que quiero ser diferente". Me enamoró su tristeza, su soledad. Su convicción de no vivir una vida indiferente, lógica, práctica y cómoda, sin sueños, sin tiempo para disfrutar de las cosas pequeñas que hacen que sea tan hermosa... o así decía.
Pero aún hoy, con veinte años más encima, leo esas cartas y vuelvo a sentir el mismo ahogo en las entrañas. Una ansiedad perturbadora y oprimente, un miedo inexplicable. Muchos te amo, muchos reclamos, muchos "ayudame, por favor, que vos sos todo y necesito hacerte feliz... con vos, para vos..."
Verdad es que yo era una chica insegura en aquel tiempo, llena de culpas y remordimientos, que no podía resolver mis desengaños y me pesaban mis pequeños fracasos, sus consecuentes desprecios y exclusiones. Que por tomarlo a él había dejado todo lo que tenía. Y después, no supe salir, cuando las entrañas comenzaron a crepitar de presión y encierro. Sólo como una adolescente puede, sentí que me había jugado todas las fichas y ya no había opción, no podía perder porque dejarlo a él era volver a nada... a empezar de cero, a no tener por donde empezar...
Esa es la verdad de la mentira. No tuve coraje más que para conformarlo.
Y conformé a todos, les di lo que esperaban.
Anoche veía por enésima vez una peli que me encanta. En la que una desesperada Kate Winslet prefiere suicidarse matando a su hijo, con tal de no ser cómplice de la traición de su marido. Traición de renunciar a una vida especial por jugarse a lo seguro.
Siempre pensé que yo era Kate, porque con el tiempo me fui dando cuenta que ese grito de rebeldía se apagó para dar paso al celular del trabajo, la ambición, la comodidad, las obligaciones. Y lo desprecié por eso. Le recriminé mil veces haberme arruinado la vida, dejándome sola y sin nada que valiera la pena saborear, ninguna ilusión que respirar.
Ahora veo que yo también lo traicioné, tal vez nunca tuve suficientes razones para quedarme con él, me jugué de alguna forma yo también por lo seguro. Y aprendí a quererlo después, cuando la vida nos fue pasando por arriba. Vida que fue vida, que fue hogar, hijos, aventura, sostén, vida que fue amor, sin dudas, amor profundo. Esa es la verdad.

martes, 24 de mayo de 2011

24 de mayo 2011

Me pasa que cuando leo las teorías de mis apuntes, necesito canciones, necesito mucho mate, blog, disociación.  Necesito en breve poner palabras, hacer tierra con la idea, escribiendo o cantando, como una forma de liberarla. Como si sólo liberándola pudiera apropiarme de su contenido.  Integrarla o desintegrarla, todavía no se bien.
Leo sobre la complejidad, sobre todos sus aspectos más imbricados, sobre su carácter auto-organizacional y generativo. Todo se embrolla en lo indecible y lo contradictorio, según Morín. La lógica de lo viviente escapa al todo o nada, y nos deja en la incertidumbre y la ambigüedad.
Y así de complejo es todo, incluso este momento de expiación y creatividad. Quiero y me resisto. Tomo y expulso. Actúo y paralizo.
¿Me asumo una cosa y la otra? ¿Una cosa con la otra, una cosa en la otra? ¿Inestable, fenoménica, cambiante? Siempre es posible rechazar lo complejo a la periferia… retener solo lo simplificable y reducir el resto a un entorno, dejar fuera.
Lo complejo se auto-organiza por caminos que no comprendemos porque miramos el imput y el output de todas las situaciones y dejamos de lado lo esencial: el camino, el hacer, el constituirse de las cosas. Y ese modo que tienen de encontrar su curso, de acomodarse lo nuevo y lo viejo, los miedos y las ganas, los unos y los otros dentro de un mismo sistema. De acomodarse y oscilar, en equilibrio y tensión, creando certezas y aperturas; dejando agujeros de sombra, diálogos infinitos, enlaces de luz.
Sé qué recibí, sé que resultó ser, estoy tratando de comprender como se encastraron las piezas porque quizás si desarmo se reacomode todo en diferente lugar y el curso sea otro. ¿Quién sabe…? ¿Quién me puede reprochar el intento? ¿Estoy viva o qué? Soy lo que hice con lo que hicieron de mí. Me asumo pero me resisto, no me resigno. Quiero más.
Después me iré tranquila a descansar en alguna canción, tal como al principio.

lunes, 23 de mayo de 2011

23 de mayo 2011

Un fin de semana más de esos y ya van... Reunión familiar, cumpleaños de mi vieja. Familia reunida para compatir, para escuchar música en un viejo tocadiscos, charlar, reír, comer, comer, comer. En ocasión de estar todos presentes mi hermana nos muestra un video de la ecografía en cuatro dimensiones de mi sobrina nonata. Sumado a la reciente llegada de otra integrante, todas las miradas y las voces insisten en reincidir en el inacansable cargoseo. Odio que me insistan con tener otro hijo. La nena, para festejar el auto nuevo... la nena, que él tanto quiere y yo no. Yo, la mala de la película, la castradora. Parece que lo huelen en el aire, que captan la resonancia del sistema de la culpa, ese sistema macabro funcional a esto, a seguir como siempre, con esa fantasía estúpida de que estamos taaaan bieeeen porque tenemos plata. No entienden que no puedo. Lo dificil que es para mí no saber todavía bien que le pasa a mi hijo, cuanto error mío se alberga en su lentitud de otoño, en su repliegue... No entienden que ahora es tiempo de proyectos personales, que encuentro por fin espacio para mi vocación. No entienden que no quiero darle más de comer al cadaver de mi matrimonio. Que no me interesa insuflarle nada que se parezca a vida, que no me importa mantenerlo vivo, que quiero que se termine...
Pero como habrían de darse cuenta esa caravana de mujeres salvajemente adaptadas a la postergación y el ninguneo. Tan felizmente instaladas en la idea de completud y amparo que les dan sus casas y sus matrimonios, tan satisfechas de sí, aún en la carencia, en lo que mienten y en lo que jamás se cuestionan.
Después me llama mi suegra. Que no la llamamos para ir, que ella no quería molestar, que tu mamá ya me dió la dirección de la casa nueva para ir a visitarla, que el nene dijo que me va a acompañar... Otra ronda más, y ya van...
Algunos deberían llevar el sello de misóginos en la frente. Algo que los señale, que los delate. Un grillete en el tobillo, un letra pegada en la espalda, algo... Porque parece que las mujeres acríticas y infravaluadas sí tenemos una señal, nos meamos el árbol entre nosotras, nos encanta formar un club grande como la humanidad misma, total, cuantas más seamos quien se va a dar cuenta.

jueves, 19 de mayo de 2011

Episodio 8.- Mentira la verdad

Hablando de cosas que se repiten, de lo que se intenta reparar en el interior, de todos esos personajes que se espiralan dentro de la mente, que reproducen tu historia, el modo en que te construíste, así es que se instalan dentro de mí todas estas cuestiones.
Ordenando cajas, frazadas viejas y más libros y fotos, encontré una bolsa llena de cartas de amigas, de dibujos de mis hermanas, líneas y contornos que hablan de ellas y de mí, de tiempo compartido. De esperanzas, de broncas e ilusiones. De contención y gratitud.
Me colmo de pensamientos acerca de como pude ser tan querida, tan fiel a mi esencia y defender esa fortaleza tan preciada que me sostuvo, esa fortaleza que era yo, para olvidarme tanto de mí, al punto de dejarme maltratar tanto tiempo.
Algo de esa fortaleza era más frágil de lo que yo suponía, algo de eso se rompió y por esas grietas comenzaron a filtrarse los demonios, las aguas oscuras.
El otro día mientras esperaba que me atienda la cosmiatra, tomé una revista de esas frívolas y sosas. En ella había una nota sobre la muerte, previo maltrato y quemaduras graves, de varias mujeres que se hicieron tristemente famosas por su desgracia.
Una especialista opina sobre porqué se elige quemar a la víctima: remite al medioevo, a destruir a la bruja, a hacer depositaria a la mujer de lo pecaminoso, de negarla con el único propósito de afearla para dominarla y someterla, para que no se vaya con otro.
Ni la frivolidad de las páginas de moda son ya un descanso, un oasis en el acabose.
Mentira que me quisiste. Yo fuí tu tabla de salvación, nada más. Fuí tu solución para todas esas cosas que no pudiste resolver porque estabas cagado en las patas, porque sabías que no eran tu escenario brillante, tu vida TOP.
Mentira que te importo, ni siquiera me conocés. Soy esa pusilánime inmoral que recibe el placer de tu dinero a costa de tu esfuerzo sin merecerlo, soy la falsedad que reniega del mundo con una vida doble faz. Y por eso no valgo nada, no tengo autoridad para reclamarte por la felicidad que te construíste a costa de oprimirme y maltratarme, a costa de negarme porque para verme tendrías que verte a vos mismo en el lugar de los malditos.
Me afeaste para poseerme.
Me negaste.
Esa es la verdad. La verdad que está en el vínculo. En el cómo y qué de lo que tomaste de mí, en el para qué.
Lo demás es todo mentira.

19 de mayo 2011

Me resulta más fácil escuchar los dichos entre metáforas que escuchar lo literal. Es que no puedo evitar cuestionarme. No puedo evitar resonar.
De todo lo que escucho y veo voy comprendiendo lo más temido. Voy a perder.
No importa cuanto demore en salir de la cancha, no importa cuanto ataje o cuanto contragolpee. Voy a perder.
Quisiera mi final de revancha, mi final de restaurant francés, pero no lo voy a tener.
Voy a perder y punto. Mejor que me resigne, porque se acerca el final y va a ser el mismo de siempre.

miércoles, 18 de mayo de 2011

18 de mayo 2011

Es una mañana fresquita, como se debe en otoño. Me levanto temprano, despierto a mis hijos, los despacho a la escuela donde habrán de pasar casi todo el día. A esta rutina le sigue el diario ritual de los mates en la cama, con los apuntes y los libros desperramados sobre el cubrecama y la tele encendida.
Ya son las ocho y media cuando decido levantarme, hay mucho que hacer hoy. Viene el carpintero y tengo que organizar varias cosas.
Antes estuve sintonizando un programa de televisión por mi canal favorito. Eugenia Tobal lo conducía. Actriz, rubia, flaca ella, muy flaca y linda, independiente, soltera, para algunos ícono de la moda y estilo, para otros sex symbol, diosa argentina. Cuando termina la emisión los títulos señalan: Rutas Solidarias, un programa producido por Eugenia Tobal, idea de Eugenia Tobal.
Esto amerita una breve reflexión.
No tengo ningún prejuicio contra las rubias, ni contra las mujeres lindas e independientes. Todo lo contrario.
¿Entonces que me moviliza de sus actos para traerme hasta el teclado?
¿Qué tenemos en común Eugenia y yo? Bastante poco. Pero lo poco es importante.
Me hace pensar que más allá de los rótulos y las fachadas, de los contratos con el status quo, de las obligaciones sociales, más allá de lo esperable, existe el goce de hacer el bien. De hacer cosas lindas y constructivas porque sí. Eugenia parece tener una natural predisposición de caminar mirando en panorámico, de mirar fijo a los ojos, con firmeza y ternura a la vez, de sonreir despojadamente.
Me hace pensar sobre qué es hacer el bien. Si es hacer algo que te gusta, si es hacer lo que el otro necesita o si es simplemente dedicarse a ser feliz y encontrar en cada acto, en cada hecho de la vida, gratitud.
La semana pasada una horda de triunfadores partió hacia un pueblo austero con una misión, impuesta, para seguir aprendiendo aún más sobre sus propios triunfos. Llegan como salvadores, se van como héroes, con la boca cargada de rabia y soberbia: el estado acá no llega, esos que tanto nos critican y tenemos que venir nosotros, a hacer lo que ellos no hacen y todos esos que se creen que son un país progre, que son una proyecto de cambio, mentira, mentira, hipócritas ellos y estúpidos los que les creen, pseudo hippies, pseudo zurdos de Palermo...
A la hora de querer hacer el bien, yo me siento como Eugenia.
Lo pienso, lo invierto, lo disfruto, lo amo, lo agradezco.
Agradezco que haya quien pueda recibirme. Agradezco que haya quien pueda sentirme y verme, volverme real. Quererme. Agradezco que haya alguien fuera de mí dispuesto a tomarme.
Detrás de lo que parece frívolo y vacío, detrás de las obligaciones y de lo esperable, de la subsistencia, el trabajo, el vestido, el super y el gimnasio, hay una vida para vivir. Para vivir con los otros. Una vida para entregar, para devolver al universo todo lo que se nos dió. Eso me pone bien. Y lo agradezco...
Esta noche cuando encienda de nuevo la tele, voy a sintonizar otro de mis mejores programas: Mentira la verdad, filosofía actuada y cuestionada. Para seguir aprendiendo.

domingo, 15 de mayo de 2011

15 de mayo 2011

Tuvimos un hechizo de grillos nocturnos y tardes verdes de verano. Supimos hacer conjuros amparados por el arrullo bueno de la inocencia. Ligarnos bajo un juramento tácito de sangre y hiel para conspirar e increpar la presencia del espíritu, rogando por protección en cada exorcismo dicho para evitar los males.
Tuvimos un hechizo. Un momento de afinidad perfecta, de comunión infinita, eterna.
El que entiende que la realidad es más íntegra lo rompe. Algunos tienen ese valor pero lo pagan caro.
Ayer alguien preguntaba ¿Estamos inventando que somos un grupo? Yo creo que no... lo que estamos inventando es que somos perfectos. Lo que estamos inventando es una forma de reparar ese daño que inevitablemente le hacemos a (nos hace) todo lo que amamos.
Por más deseo que le proyectemos no nos completa. Por mucho que lo cuidemos se agota.
Porque todo tiene su carencia. Somos incompletos. Nada posee todo lo que necesitamos para ser felices. Ni tenemos todo lo que nos piden. Nada es perdurable sin alterarse, sin cuestionarse ni corromperse. Nos chocamos contra nuestro "hasta acá llegaste, llegamos, somos..." Chocamos contra la desilución intelorable de reconocer esas carencias, esas diferencias que tanto nos reúnen y tanto nos separan.
Brindamos, nos entregamos, compartimos, tomamos, defraudamos, nos abandonan, nos vamos, cambiamos.
Hoy, aquí y ahora, conmigo como allá y entónces con otros, las fantasías se rompen... y el amor nos mira.
Nos desnuda con ojos brutalmente honestos. 
Me mira y me delata. Sigo buscando. Los sigo buscando para repararlos y repararme. Para que me vuelvan a amar.
Porque solo se odian las cosas que se quieren, solo te daña aquello suficientemente cercano como para acertar el golpe.

viernes, 13 de mayo de 2011

13 de mayo 2011

Verdades. Secretos. Palabras. Decir. No decir. Comunicar. No comunicar. Imposible.
Toda la vida gira en torno a una cuestion: la franqueza. Decir. Escuchar. No escuchar. Buchonear. Denunciar. Ser buchón. Deschabar.
He guardado secretos. Los he poseído. Pero no eran míos, no del todo. Los secretos se comparten entre varios, entre muchos que deciden no decir, negar algo que no soportan hacer evidente, que no saben o no pueden procesar. Se trasmiten de persona a persona. Se depositan en los hechos menos esperables, en los sujetos menos sospechosos. Se me ha invitado muchas veces a participar del secreto. Algunos los he abrazado casi con cariño, como contribución a la calma. Otros navegan en la cómoda canoa de una vida inconsciente permeable y permisiva. Los menos felices se me han impuesto sin alternativa, casi bajo coacción. He arrojado como saco de papas los míos sobre hombros ajenos, así sin preguntar, así sin apuntar.
Todo grupo tiene su secreto, dicen los libros, un secreto creado para reducir la ansiedad que genera alguna cuestión o para generar la fantasía de que, compartida, la ansiedad y el miedo desaparecen...
Una vez que te involucrás, el secreto es tu mayor posesión. Es lo que define tu lealtad y tu ética, tu compromiso y tus sentimientos. Es el que delinea tus interacciones, tus proyecciones, tu ser o no ser. Es lo que te oprime o te libera. Es lo que te habilita.
Estar en el secreto puede matarte o volverte más real.
A mí algunos secretos (ajenos, propios, a esta altura quien sabe...) me hartan y no quiero ya saber nada con ellos ¿Qué pasa si decido dejar de compartir? No lo se... depende de cuanta luz sobre el asunto estemos dispuestos a soportar...
Algunos secretos los vencí y se transformaron en ventanas abiertas por donde entra el mejor aire que respiro.
Otras veces los rompí y me fue muy mal.
A veces el secreto se empeña con ser la única verdad y todo el resto parece mentira.

martes, 10 de mayo de 2011

10 de mayo 2011

Es la una de la madrugada. No es tan tarde, pero debería estar durmiendo ya. Estoy sola. Mi marido está en viaje de trabajo y vuelve en dos días.
Me pasé otro día más con la memoria poblada de espectros. Amanecí imaginando un amanecer estrechada en los brazos de la libertad, descansando de un anochecer sensual, sugerente. A eso le siguió una mañana entre franelas y trapos de pisos hablandole a comensales que en mi cabeza se despotricaban viejos resentimientos y se bautizaban de verdades largo tiempo consagradas al secreto. Blandí mis soledades y las yuxtapuse a las de ellos, aglutinándolas en una unidad perfecta para llorar en presencia de todos y de nadie. La tarde se puso más alegre. Otra vez y por enésima ya, escuché las mismas canciones que los anteriores días. Los Ramones, los Sex Pistols, Cindy Lauper, Iggy Pop. Don´t you forget about me, don´t, don´t!! Baile sola en compañía de los imaginados de siempre. No les di un día de muertos ni un minuto de partidos. No los di por perdidos. No me di por expulsada. Ni por fea. No me di por rechazada ni por aludida. Era mi soñar despierta después de todo.
Volví a mirar las fotos, estudié los gestos, reviví todas esas sensaciones que quedaron inmortalizadas en la sonrisa de papel. Otra vez. Pero esta vez progresé algunos años. De la primaria a la adolescencia en el barrio, al trabajo en la escuela, de las últimas vacaciones con los viejos a las primeras sola, en grupo, uno diferente, ya de novia, ya casi señora.
Luego un breve chat. Se extraña un poco, no? Nooo, yo no extraño nada.
Y luego otro. Viste que María Laura deja, estoy asombradísima. Edgardo casi. Ya me parecía. Me está costando un montón, que cansada estoy. No se que me pasa, no me engancho, estoy colgada.
En la cama vueltas, más lágrimas, zollosos y de últimas a primeras acá frente al teclado con tanto para pensar... tanto para escribir y lamentándome de todas las cartas que tiré, el cuaderno diario que quemé y los que perdí. Me hubiera gustado saber con más certeza que pensaba y que me pasaba en aquellos años de mi vida. Recordé en algún momento de la tarde, otra tarde cuando mi amiga Claudia se apareció llorando: Que este grupo algún día se va a terminar, que los chicos no van a estar para siempre, que algún día nos vamos a separar... Mariana muy escéptica se rió. Yo, muy zen, le dije que lo importante es llevarse dentro de uno todo lo vivido. Y las dos coincidimos en que sí, algún día todo el presente va a ser pasado. Recuerdo una metáfora de uvas. Ah, sí, era Mariana diciendo que igual no había que quedarse con las ganas, que había que entregarse y disfrutar, sin pensar en el "se acaba", que era peor quedarse mirando las uvas lamentándose de que algún día ya no iban a existir. Pobre Claudia. Creo que no fue la misma desde ese día. Creo que ahí fue cuando decidió evadirse, mentirse no necesitar, replegarse en no me importa. Creo que ese día todos. De a poco hasta agotar la última suela.
¿Porqué me pasa todo esto? ¿Porqué me resuenan tanto las tripas de esos días? Lo esclarezco un poco mejor cuando hablo con Delia. Lo termino de contrastar con Rosita, con mi bendito ascendente en Piscis. Con esos procesos de disolución que no logro domar.
El año pasado cuando me pidieron el trabajo práctico de Dinámicas Grupales me pasó algo extraño. Miré la película como me dijieron. Por dos horas me sumergí en la vida del jóven francés perdido en la traducción de la vida en Barcelona, en sus vicisitudes de estudiante sin vocación, de desorden sin futuro. Me sumergí en su vida en convivencia con seis personas. Todos diferentes, todos como él. Como todo, como dice Claudia, un día se termina, un día el francés vuelve a Francia y no se lleva más que un diploma y un montón de rostros grabados en su corazón. Un tiempo los busca en cada mesa de bar, en cada plaza y en cada esquina. Un día los empieza a escribir.
Mientras tanto yo, al pasar la misma escena, veo otros rostros. De golpe como un disparo emergen a la conciencia, reviven. Se vuelven caos en la heladera, solidaridad, celos, intrusión, cariño, sabotaje. De repente se vuelven yo... tan parte de mí como mi cuello, como una de mis manos. El rostro de Darío es el primero, no se porqué. Le siguen algunos más hasta que las lágrimas me nublan la vista.
Este año termino mi carrera. El grupo que es, el de mis compañeros, pronto va a dejar de ser. El grupo que me recolocó en todos esos grupos que me hicieron. Pero más que en todos, en uno especial.
Mi miedo no es zonzo. Mi época pos grupo, fue la peor de mi vida. La época de tomar las peores decisiones. Las que me alejaron de quien soy en la luz y me dejaron en la oscuridad, sola, durante mucho tiempo. La forma de salir del grupo fue la que determinó el inicio poco creativo y sobreadaptado de los años siguientes. Todo por esa maldita costumbre que ahora me reconozco de no agotar los procesos, de no terminar nada. Porque las cosas no terminan hasta que terminan. Las cosas no se agotan hasta que uno ve el fondo. Y el fondo es vacío. Se siente hostil y excluyente. El fondo es nada.
Yo también me asusté, como Claudia, y dejé pudrirse las uvas en el árbol. Me fuí. Me solté de las ramas que me habían alimentado y mantenido verde. Me solté antes de tiempo, como una hoja en primavera. Está bien que no me perdonen, especialmente los que hacían llover...
Ahora estoy tratando de hacer lo mismo. Pero no, no voy a decepcionar desertando, no voy a lastimar dando la espalda, no voy a herir con mi orgullo de enana superada, ni acorazarme en mi vanidad ridícula y solitaria. Me quedo hasta que termine, remando, tirando de la soga para seguir avanzando hasta el fondo, hasta que salgamos todos. Hasta el final, en el que se que habré de sentirme abandonada y sola, pero esta vez no voy a ser cobarde. Me necesitan. Esta vez me juego por los que quiero, aunque no sean perfectos ni duren para siempre...

jueves, 5 de mayo de 2011

Episodio 7 - Karma done, karma finished

Es una mañana hermosa . Me encanta el color de las hojas que se deslizan por las veredas, color de rayos robados al sol. Camino, como hace varias semanas ya y por motivos personales, por mi barrio. Me asombro de ver la mirada generosa y admirada de los hombres sobre mí. En Villa Bosch, las cosas son más a secas.
Ando desentendida, como siempre, con mis Converse violetas, el jean gastado, sweater multicolor y un morral hindú cruzado de hombro a hombro que lleva desde hace tiempo prendido un pin de los Rolling Stones que compré en la feria de ciencias de mi hijo. Mientras voy por la calle, tengo la sensación dar una impresión precisa. Pero no. No soy rolinga. No soy hippie. Ni siquiera se bien que significa todo eso. Mi marido y mi hijo están yendo a retirar de la agencia un auto nuevo. Cero kilómetro. Mi marido es gerente de una multinacional. Yo soy la esposa de un gerente de multinacional. Y no se bien que significa eso.
Todo el camino tuve una imagen recurriendo a mi mente. Como en otras ocasiones, pensé que trataba de decirme algo y fantaseé sobre los posibles significados del mensaje, sobre alguna misión que me encomendaba. Algún llamado. Fantaseé y sin saber como ni porqué exactamente, terminé en el cementerio.
Caminé con una sonrisa soleada bordeando el paredón blanco,(arrancada de un piropo que me hizo el colectivero) preguntándome para qué estaba ahí y porqué cuernos no me habré casado con un buen muchacho boulognense. Entré y pregunté sobre un sitio que nunca había visitado. Tomé el papel con las indicaciones que me dió la empleada. Miré sus manos desplegando el plano y su dedo apuntando sobre un rectángulo particular. ¿Para qué vine acá? Agradecí y me encaminé, sin flores, vestida con colores de arco iris. ¿Para qué? ¿Para qué querías que venga? Vagamente recordé otros que estaban allí, a los que visitaba seguido hace muchos años. La garganta comenzó a achicarse. El pecho a comprimirse. ¿Para qué? Si ya me despedí de los que parten. Si no creo en la muerte. Si te dejé ir hace mucho cuando decidí guardarte con mis recuerdos y que permanezcas dentro mío como esa presencia sin tiempo que me ilumina, donde viven las cosas que me importan, lo que me hace feliz, lo que agradezco.
Quedé frente a frente a tu otra presencia, esa que no quiero ver, la que más duele y preguntándome para qué. ¿Para qué querías que venga?
Lloré cuando una mariposa anaranjada se acercó a los claveles que dormían en los floreros, cuando vi un nombre escrito, un segundo nombre que no recordaba. Quise escucharlo en mi cabeza en algún otro día. Alguno vivido y otro que inventé, al que le dibujé una sonrisa suya y manos entrelazadas.
Hablé un rato. Cosas incoherentes en su mayor parte. Algunos arrepentimientos, muchas disculpas, infinitas gracias por todo. Te quiero, te quise, te quiero, lo sabés.
Salí del lugar hacia una florería que estaba enfrente y le pedí al vendedor una sola flor. Mariana me dijo que Emilio decía que al cementerio se entra con una sola flor en la mano. Y Emilio todavía anda por ahí, así que no quise contrariarlo. Entonces, sin envoltorios y sin helechos, de jean gastados y un clavel violeta que el vendedor me regaló, acá estoy. Volví. Vine.
El tiempo sí pasó. Tal vez era eso lo que tratabas de decirme. No lo se. Tal vez era lo que necesitaba comprobar para enterarme de que se acabó. Que realmente ya no estás, que hacía mucho que no estabas, porque el tiempo pasó y hace que todo cambie. Hace que haya cosas que se elijan para dejar en el camino. Que uno ame, comparta, viva, aprenda, pierda y siga para adelante. Que la muerte sí existe.
De regreso otro colectivo. Más gente mirando los guanacos bordados en el bolsillo que cuelga sobre mi cintura. Ojalá hubiera entendido que no sabía nada cuando era la alumna buena de colegio católico. La hija de familia unida. La maestra de inglés. La novia del buen partido.
Ojalá hubiera estado lo suficientemente confundida como para no hacer el papel tan al pie de la letra.
Pero de lo que soy, de lo que tengo, es necesario aprender. Porque el tiempo pasa. Tal vez querías decirme eso hoy, mirándome a los ojos. No lo se.

miércoles, 4 de mayo de 2011

5 de mayo 2011

Balance del segundo bimestre del año.-
Vida académica: Comienzo turbulento y ansioso, desahogos varios que permiten aquietar las aguas, blandir las ideas con mayor firmeza.- Vida familiar: comunicación interferida pero con pronóstico de mejoras con el correr del año, algunas puntas de ovillo encontradas como para empezar a ordenar.- Amistades: algunas de viaje, otras se amigan con sus parejas, otras se separan, otras de comuniones y/o cumpleaños de quince, todas en sus casas, en el trabajo, algunas sin Facebook, yo sin celular, poco intercambio en general.- Trabajo social: comienzo tímido y poco provechoso, pero la convicción no se altera.-Sexo: esforzándose por repuntar.- Sobrinas nuevas: Una y otra en camino.- Fiestas de aniversario: una.- Libros nuevos: cinco.- Hijos rebeldes: uno.- Entrevistas de trabajo: cero
Sensación generalizada: hasta hace unos segundos era de orden.-

sábado, 30 de abril de 2011

30 de abril 2011

Qué día hoy!! Se murió Ernesto Sábato y para colmo, llueve. Pensando en él encontré una frase suya para subir en las redes sociales, a modo de homenaje: "Yo escribo, porque si no me hubiera muerto, para buscar el sentimiento de la existencia."
Me movilizaron mucho estas palabras, como otras que le escuché decir. Sus gestos, su sobria emoción y semblante asolado tras la el acto revelador, la lengua desenvolviéndose dentro de la garganta anudada para pronunciar Nunca Más...
Pienso en la muerte, en las cosas que me mantienen viva, en aquellas que me matan o en la que hubiera muerto de no tener.
Es una especie de inventario, largo para incluir en esta entrada, pero si en algo nos parecemos el maestro y yo, es en la impresión que la palabra deja sobre el alma. Vital, absolutamente vivificante, casi devoradora.
Escribir para organizar el caos, para poner sentido y punto final a la idea que zumba en el cráneo todo el día. Para ponerle límites al mundo que me atraviesa como una espada, como una carretera congestionada, frenética.
De chiquita escribía versitos para mi abuela y mi mamá, cuentos, obras de teatro en un inglés jeringoso que representaba sola en el jardín del fondo de mi casa. Le escribía cartas perfumadas con talco Mujercitas y llenas de dibujos a mis amigas, tarjetas de cumpleaños, papelitos que pasaban de banco en banco por el aula del colegio. Escribía listas de cosas en la parte trasera de las papeletas que habían sobrado de las elecciones del 83, nombres de personajes y de países imaginarios como preparándome para ir al supermercado a recogerlos de algún estante. Escribía frases adolescentes con letras originales y dinámicas en las tapas de las carpetas y en servilletas de papel que acababan volando como aviones. Y poemas ilustrados en un cuaderno, devorado por el tiempo.
Durante muchos años, aquellos años, cultivé un callo en el dedo índice de mi mano derecha, justo donde se apoyaba la lapicera. Recuerdo que dolía, se ponía colorado o azul por la tinta. Hasta los quince años mi vida fué así, libros, cuadernos, lapiceras, lápices, crayones, callos en los dedos, articulaciones adoloridas, ojos cansados. Después... nada.
Un día lo conocí a Sábato. Estuve sentada con él en el living de su casa. Mientras me hablaba inconscientemente rocé con las yemas el dedo índice de la mano derecha pero el callo ya no estaba ahí. Así como en la historia del mundo, en mi vida también hubo años de oscurantismo. No le conté de esa niña porque casi no la recordaba. Tampoco le dije que El Túnel es uno de mis libros favoritos, uno de los primeros libros adultos que leí un verano cuando tenía apenas 13 años. No le conté de esa niña porque no sabía entonces cuanto de mí había en ella. Tuve que descubrirlo después, cuando me fui quedando sin oxígeno y gracias a esas cosas redentoras y generosas que tiene la vida, me mandaron un ángel que me dijo con su vocecita pequeña y dulce: Vení, es por acá, no ves...

sábado, 23 de abril de 2011

23 de abril 2011

Es de locos ver como hay gente que bulle en energía tanática. A veces no lo puedo creer, a mí me resulta tan fácil resolver algunos temas que no entiendo como se puede tropezar todo el tiempo con el pelo del huevo. Es Pascuas y la finalidad es pasarla bien en familia, nada más que eso. Sin embargo aparecen la competencia, los celos y las mezquindades, todo eso que caldea el ambiente y hace difícil lo fácil. Que tu casa, que la mía, que mañana no, que el tráfico no importa, que llevemos la gaseosa,  que los chorizos, que el huevo, que pobrecito no puede viajar, que vos que podés llevame en el auto, que igual los domingos te levantás temprano.
Después al final nadie la pasa bien, o al menos quien a mí me importa. Después aparecen los discursos de siempre, las mismas escusas, esas disculpas culposas y sin convicción y se sigue dando vueltas en las mismas heridas de niño triste hasta el hartazgo.
Que vachaché...!! Es lo que hay, pero como jode...

jueves, 21 de abril de 2011

21 de abril 2011

Hoy no hay mucho que decir. Salvo que es veintiuno y siento como si hubiese comenzado una estación nueva. Venus transita la primera casa y el verde se torna más verde. Más allá del gris se descorre lentamente el velo de una promesa anaranjada en mi jardín. Me pone bien eso, así como las buenas noticias y las señales cálidas y generosas del crepúsculo. Mientras la tierra entra en sueño, yo estoy despierta. Soy, por un rato, fuera del laberinto. No hay espadas que atraviesen la salida. No hay aliento lívido de lápidas fundiéndose en mi boca. Por sobre la inclemencia se anuncian las flores y eso... me pone bien.

jueves, 14 de abril de 2011

14 de abril 2011

Ando caminando al filo del abismo entre la desidia y la erotización del exceso sin reparo en los daños. Cualquier cosa entra en mi sistema. Papas fritas envasadas con dulce de batatas y queso, sandwiches de lo que sobre en la heladera con postres explosivos tales como garrapiñadas o Marroc, más una seguidilla fatal de desayunos con salame y queso. Todo lo más que se pueda se adereza intensamente con mayonesa. Las porciones de hidratos de carbono son cercanas a una dosis de ansiolíticos o a cualquier cosa que produzca placebo.
En estos momentos desearía algún planeta en la sexta, para poder purgarme y eliminar de mí ese estado de saturación constante que me invade y encuentra recipiente en mi cuerpo cada vez más percudido. Creí que el yoga me iba a ayudar un poco a recomponer mi relación con él y que la homeopatía también haría de las suyas para aportar a la causa. Pero parece que el vínculo está más roto de lo que imaginaba y existen cosas de mi corazón y mi mente que aún no encuentran su terreno de decantación y se revuelven enturbiando la visión y la ganas.
Todos los días me digo, me voy a poner las pilas. Hoy por ejemplo amanecí mejor. Como ultimamente mi habilidad de disociación mental me está fallando, apagué la tele y no prendí la radio para concentrarme más y absorber mejor lo que estaba leyendo. Dió resultado.
Puede parecer una pavada, pero encontré en un acto simple y decoroso la capacidad de ponerme un límite, de cuidarme a mí misma y preservarme de esos impulsos negativos que me alejan de lo que necesito, de lo que se que me hace bien. Tal vez sea un comienzo para revertir el resto... quien sabe, lo escribo para no olvidarme de que hoy dí un paso adelante.

viernes, 8 de abril de 2011

8 de abril 2011

Hoy hice algo bastante ridículo e inusual. Llamé a una radio y dejé un mensaje respondiendo a una consigna que unos minutos más tarde se escuchó en el aire. Fue divertido e impulsivo, no lo pude evitar. Había que contar en que momento de la vida habías comenzado a tomar mate. Antes de lanzar la pregunta a los oyentes, Lalo Mir cita un texto de un blog sobre "ese" mate fundacional, ese nuevo nacimiento en el cual, según el autor, el niño "recibe su alma"... hermoso... y cuantos recuerdos me disparó... desde los mates de leche que me daba mi mamá a los primeros mates sin cordón umbilical, las tardes de verano con mis amigas, estrenando una preadolescencia llena de esperanzas y miedos. Lalo susurra una risita zocarrona cuando agrego que con el mate siempre sonaba algún cassette de Lerner o de Sui Generis, pero no comenta cuando digo que su voz sonaba en la radio cuando una FM en pañales era la vibrante novedad que sacudía nuestras vidas.
Mientras grabo mi mensaje, recuerdo mandarle un beso a aquellas amigas, unas que todavía veo y de quienes aún conservo el cariño, otra que se apartó de mi vida cargando varios rencores, algunos celos y otros malos entendidos... Mi beso para ella, fue con intensión sincera, estés donde estés ojalá seas feliz... Todas esas amigas me dieron algo que aún conservo, secretos, confianza, calidez, intimidad y mates... muchos mates. A la hora de la siesta mirando Una voz en el teléfono, a la tarde en la vereda, a la noche después de la pizza y los pelis en videos, antes de las cartas. Amargos, fríos, lavados, dulces, con edulcorante, con sal... porque mis amigas eran muuuuy chistosas a veces, con chocolate, con chicle y caramelos ácidos.
La vida parece no tener umbrales en ese cuenco transhumante, se expande sin conductas naturales como los colores de un caleidoscopio.
Estoy tomando mate cuando siento las primeras contracciones de parto. Y cuando me entero que voy a ser tía otra vez... Estoy tomando mate en la playa al atardecer, al costado del río con el grabador encendido, en la facultad y la escuela. De jopo enjabonado, de rulos artificiales y de mechas rubias. Estoy tomando mate con partidos de futbol, con olorcito asado y torta de cumpleaños metiendo el dedo en la crema medio empalagosa medio rancia que batía la nonna. Entre besos de eucalipto, con servilletas de papel en forma de barquitos desparramados por la mesa poblada de migas de pan, vasos vacíos y colillas de cigarrillo. En el auto viajando por lugares de una belleza que hiere la piel. Estoy tomando mate entre hojas repletas de palabras y poemas, con las carpetas desparramadas sobre una mesa llena de estrellas y planetas. Sentada sobre el pasto al costado del tobogán, con una cúpula de uvas sobre mi cabeza y con el control remoto en la mano en la cama.
Estoy tomando mate en todos los lugares que conozco y con toda la gente que conocí... Estoy tomando mate con la música y con la poesía, con el cansancio, con la decepción, en el laburo, con el teléfono sujetado con el hombro y clavado al oído. Con la ventanita en la boca de mi hijo, con mi hijo más alto que yo. Estoy tomando mate ahora, escuchando a los Beatles, con todas mis alegrías, mis dudas y mis ganas de vivir.
Como no lo iba a llamar a Lalo... si me devolvió el alma que creí que había perdido. Me recordó donde encontrarla y cuanto agradecerla. Me recordó que tiene forma de ronda y viaja entrelazada a las manos que la tocan, disuelta y liviana como agüita que se escurre entre hojitas verdes y palitos que flotan regalando su aroma y su sabor en un gesto de amor humilde y noble, sin reservas ni recetas... sin conservantes.

martes, 5 de abril de 2011

Episodio 6.- Reflexiones sobre el acabose

Es feo que se acabe el amor. Es una pérdida grande, casi como la muerte misma. Lo entiendo así, con esa íntegra contundencia pero sin melodrama.
Me pregunto que sucede en ese instante, si es solo un paso o una especie de crack al principio pequeño, imperceptible en el interior del cuerpo de ese amor herido de muerte. Comienza sin hacerme notar, como una pequeña incisión, que con el tiempo se va ramificando, se agranda hasta tocar la superficie y dejarse ver. Imagino que cuando uno se percata tal vez es tarde o al menos bastante dificil reparar lo roto, especialmente eso interno que no se ve. También imagino que si uno cesa en agredir al amor, tal vez la rotura sane o al menos no crezca hasta transformarse en mortal.
Como llegué hasta acá será pregunta para el diván. Como salgo, la eterna sin respuesta.
Puedo anticipar que me cansé de extremos. De los sujetos supuestos de bien y los supuestos de mal que ni siquiera llegan a sujetos. Que cuando me vi zamarreada entre los dientes de la locura, me dije: si quiero salir entera, tengo que cambiar, tengo que regulgitar todos esos sapos que me tragué y empezar a alimentarme de otra olla.

sábado, 2 de abril de 2011

2 de abril 2011

Otra vez confronto con mi energía pisciana. Y digo confronto y no encuentro amable y simpáticamente. Vuelvo a redescubrir de ella aspectos inconscientes que me sirven para redescubrirme a mi, para redefinirme, si es que eso fuera posible cuando el destino es la disolución de las formas, de todo borde.
Hubo mucha internet las últimas 24 horas de mi vida. Páginas para busqueda de trabajo sobre todo, algo de Facebook y plataforma de estudios. Termino por la noche entrando al portal de astrología para consultar cual es la orbe de la luna, para ver si me favorece con su influjo benefactor. Está en Piscis. Entónces encuentro un par de artículos que hablan de las próximos ciclos y tránsitos de carta astral Argentina. Mucho Piscis en el horizonte, porque Saturno va dando los últimos pasos lentos por la casa doce. El astrólogo habla de consumar ciclos, de agotar procesos, de viejos fantasmas del imaginario colectivo que se sacuden, de viejas estructuras que implotan y como un totem se derrumban por su propio peso, densidad y presión. Habla de acabar lo inacabado. Habla de un proceso, como el de la gestación en la matriz materna, que lleva inscripto en si mismo su momento de disolución, de cierre. Cierre antecedido de caos y confusión, de sensación de pérdida ante lo nuevo que se presenta inevitable.
Consumar, llevar a cabo algo por completo es Piscis y cuando algo se agota hay un nuevo comienzo. Dice el astrólogo, según como se cierra el proceso es como se comienza el próximo. Depende de la creatividad que se aplique en el momento de resolución, depende de no reforzar la rigidez repetitiva y excluyente que disparan los miedos. Depende de la capacidad de abdicar el yo en pos de una causa superior y la capacidad de tomar contacto con la sensibilidad más profunda, de sentirse atravesado por la certidumbre de una totalidad donde caben los sentimientos y la sensibilidad del universo. Es existir si y solo si la totalidad incluyente.
"Yo en todos, todos en mi".- decía el mantra que Rosita me enseño... Yo soy porque somos.
¿Qué tendrá que ver todo esto conmigo? ¿Qué procesos se agotan a medida que voy aprendiendo todo lo que el destino pisciano? Destino mar, universo prometedor y profuso.¿Se puede abarcar el mar en un abrazo? Si ni siquiera puede la mirada. 
Primero aprender a discriminar, decía Rosita.
¿Donde habitan mis fantasmas? 
En las fantasías de un contacto sin contacto real donde no se juegan emociones. Los "que me importa" y "que se arreglen solos" seguidos de los típicos "ellos saben lo que hacen y porque lo hacen, quien soy yo para meterme". Las fantasías acuerdistas de armonía y sonrisa perfecta siempre y cuando yo no me meta con tus cosas ni vos con las mías, y esa sensación de querer romper si por alguna razón dejamos de "ser todos armonía" y no somos lo mismo ni estamos de acuerdo. Agarro lo que tengo y me voy. Agarro lo que pienso y desenchufo... estoy pero no estoy, no me importa...
La exclusión a modo de final falaz, poblando un purgatorio con fantasmas que flotan atorando las salidas, tapando el sol como una nube de plomo. La reclusión a modo de sacrificio y autoflagelo, un escondite perfecto, un escape antes de dejarse desintegrar ante la conmoción del mundo.
Tengo mucho que pensar y aprender todavía sobre este destino.
Tengo mis guías, porque como el universo es sabio, sobran los maestros para seguir, solo hace falta estar alerta.

viernes, 1 de abril de 2011

1 de Abril 2011

Viejo debate en mi vida. De Saturno en tercera, mi Saturno geminiano. Quién tiene la autoridad de la palabra. Quién es juez y dispensario de la voz, de la opinión, del pensamiento. Parece que mi Saturno mostrase que hay alguien experto en decir, subido a la montaña del saber de los ancestros. Pero su dedo se mueve confuso e imprevisto como las mareas en mi mundo pisciano. Un silencio puede ser la voz de mil gargantas y una palabra canción envuelta en la bruma del corazón en su aullido más íntimo y cercado.
Que se yo quien dice la verdad o si hay miles de verdades circulando desencontradas en perpetuo colapso y estupor. Solo se que mi mente piensa y siente una verdad que cada vez que abre la ventana se impregna de colores nuevos y crece.
Me tomó años de terapia, pero los jueces y los próceres ya no me asustan. Una vez, atrapada entre cuatro paredes que se cerraban sobre mí miré hacia el cielo y abandoné mi cuerpo para que mi mente fuese libre de las formas terrenales. Lo único que nadie pudiese atrapar.

martes, 29 de marzo de 2011

29 de marzo 2011

Me pregunto si se puede amar al que te deja afuera, al que te ignora. Y cuando digo ignorar quiero decir quien tolera pero no acepta, quien no siente interés por descubrir nada lindo en las diferencias. El que con las diferencias hace abismos y solo teje puentes por donde drenar sus mierdas a jardines ajenos. Hablo sobre el narcisista, para quien el otro significa un reflejo de sí, pero sólo de lo que le gustaría ser o sino mira para el costado, maldiciendo asqueado pero con argumento... Ese no soy yo, el agua del estanque estaba descompuesta...Hablo del que ofende con su mirada de juicio final desde la tarima de los sentados a la derecha del Padre.
Hace rato que siento que corren la mirada de mí. Que soy el rostro con pústulas de la vida que viene a proclamar con su sola presencia que el mundo está podrido. Que fracasamos, que no éramos tan buenos después de todo porque nos brota la diferencia como maleza impura bajo los pies. ¿Me iré por el caño? Quién sabe... Es posible que donde se dice está la mierda nazcan las canciones.

jueves, 24 de marzo de 2011

24 de marzo 2011

Vos que andás diciendo que hay mejores y peores, escuchá lo que te canto!!
A tu violencia, a tu guerra, a tu codicia y a tu injusticia le digo NO!! NUNCA MAS!!

martes, 22 de marzo de 2011

22 de marzo 2011

En algunas ocasiones uno tiene la suerte de presenciar el mundo en el que quiere vivir emergiendo, construyéndose en un seno de luz. O retratado en una flor de seis pétalos, tan abierta y despejada como el cielo del oriente en verano. Floto feliz por el pavimento, menos hostil que otras veces y por las vías de los trenes hasta mi casa. Es lunes y hace calor para la hora y para el otoño recién llegado. Llego tarde, cansada y transformada.
Foro sobre educación en la diversidad organizado por la FALGBT. Tremenda experiencia.
Pensar en quienes somos es dejarse atravesar por lo distinto. Hay quienes nacieron sin definición y su búsqueda empuja fuera de los límites. Porque si vos sos lo que entre todos repensamos, lo dejado fuera del recuadro, entonces yo quién soy si no soy vos y no puedo seguir siendo yo porque me estás redefiniendo.
En los vagones del subte, música sagrada y plegaria rastafari para aromar el viaje.
Hoy me siento más extensa que un océano y todos los peces nadan en mi regazo.
Namasté, hermano Rastafari. Namasté a todos los maestros.

viernes, 11 de marzo de 2011

Episodio 5.- Polvo cósmico y tsunami

Nunca converso con los remiseros. Reconozco que no me resultan gente de conversación interesante. La charla de hoy fue más que impensada.
Se ve que el tsunami inundó más territorio que el que se ve en la tele. Es impactante ver tanto dolor, tanta destrucción. El remisero reflexiona sobre el origen marino de nuestra especie, acerca de la evolución, la transformación de la materia en nueva vida, en energía. Reflexiona sobre la reencarnación de una forma que me estremece. "Somos polvo cósmico"- dice y mi corazón pisciano no puede evitar adueñarse de la imagen.
Estamos hechos de estrellas, de savia y raíces, de frutos absorbidos por el suelo, de lava, del calcio de huesos fósiles de otros que pisaron antes este suelo. Nada muere, todo se transforma.
Hace miles de millones de años cuando la vida explotó en esta galaxia, eramos un mar y el creador dijo: Acá les dejo todo lo que van a ser. Es perfecto, esfuércense en hacerlo más bello.
El mundo está lleno de cosas hermosas. Esfuerzo de ese polvo cósmico por superarse, por ser milagro y maravillarse a sí mismo.
Somos una porción de ese milagro aunque creamos que nada existía antes de nosotros.
En la necia lucha de dominio entre la humanidad y el planeta, a veces la pelota juega en nuestra cancha.
Como en un cuento del Conde de Lautréamont, vacilan nuestras vidas entre el retorcimiento y la fascinación entre el el bien y el mal, la vida y la muerte. Midiendo el poder con el daño infringido sobre su cuerpo azul, ese mismo indispensable para nuestra supervivencia.
Pero hoy no es así.  A veces desde su seno, la madre azul se mueve cuando su tiempo dice que es hora de cambiar.
Me pregunto si el mar de nuestro origen no se consumará al cierre de nuestro milagro. Porque todo acaba. Hasta los milagros más bellos.
En la tele se suceden las imágenes del horror. También las de solidaridad global, las de la óptima eficiencia de una educación preventiva y asistencia de la tecnología en la catástrofe. Todas formas de hacerse presente. De agarrarse del brazo del milagro.