viernes, 29 de julio de 2011

29 de julio 2011

Hoy es el día de que las palabras sean pronunciadas. Tres. Después otras cuatro.
Espero encontrar la fuerza que necesito. Y que al fin se haga la paz, más intensa aún después, cuando la tormenta pase.

viernes, 22 de julio de 2011

22 de julio 2011

Otro rato internáutico viendo mi programa de filosofía favorito me parte la cabeza.
Sí, me encanta filosofar... desde chiquita, mate va, mate viene, Seru, Sui Géneris y otras hierbas musicales mediante para estimular la charla. Porque no es tan divertido filosofar solo, la idea se alimenta en el intercambio.
El capítulo de la semana es sobre la amistad, afín a la festividad reciente.
Aristóteles y Nietszche, dos pesos pesados, son la cita principal del debate.
Principio de utilidad y placer, según el primero, hacen a la amistad imperfecta, ya que según él lo puro es que te importe solamente el otro, resignando cualquier posibilidad de goce o satisfacción personal en el vínculo. Lástima que Ari no tuvo en cuenta la cuestión humana de base: todas las necesidades se satisfacen socialmente. La alimentación, la procreación, el esparcimiento. ¿Porqué no iba a ser la amistad un vínculo tan imbricado en la esencia del acercamiento entre las personas como cualquier otro?
Lo perdonamos... no leyó nunca a Freud, no sabe que el placer es impulso de vida y preservación, que es lo que nos mantiene unidos, pegoteados, cuidándonos los unos a los otros. No comprende tal vez que el placer libera el amor, y la utilidad la creatividad, la ganas de construir y hacer. Que se puede ser una cosa y la otra. Amar, gozar, compartir, sacar gusto y provecho, y tener una ética donde el otro sea remitente inequívoco de los actos recíprocos de ese intercambio, de recibirme como yo lo recibo, en todo lo que es y en todo lo que se tiene, haciéndose presente, relevante, importante, amigo...
Luego viene la cuestión de la semejanza... la que me hace más ruido... ¿Ser amigo del que es como yo? Mmmmm, esto deja afuera a cualquiera que no sea mujer, casada, madre, clase media, desocupada, estudiante, argentina, hija de tanos, católica en duda, medio zurda, medio fachista, medio psicóloga, medio esotérica, medio poeta, distraída tiempo completo, mate adicta, blogger, rockera, hincha de Boca, nihilista, acuariana y cortaziana... mmmm no, no...
Por principio de placer y utilidad, es añudo que uno sea amigo de alguien con quien no tenga al menos algo en común, pero ¿todo? ¿Qué gracia tiene? ¿Qué beneficio trae el narcisismo amiguístico? Reproducir en el otro la imagen propia que queremos ver ¿dónde nos deja el esfuerzo de ir al encuentro, de entregarse dejándose tocar por los demás y transformarse?
Más se crece cuanto más se conoce, cuanto más nos apropiamos de lo que nos enseñan los demás del mundo, pero también de nosotros mismos.
Pero Nietszche nos condena... ahí están las cuestiones de incompletud y carencia. En el otro, que tiene lo que yo no tengo, que me muestra todo lo que me falta, y eso ¿nos lastima el ego?
Esta tal vez sea la mayor pardoja que tiene el amor. Nos deja indefensos ante nuestra necesidad, nos vulnera. Pero no hay felicidad posible si no se atraviesa ese momento de desnudez, ese instante de mirar a los ojos y dejarse ver entero con los sin y sin los con. Despojados. Solo pupila titilando el reflejo de la luz de un amor, de una amistad que solo existe si del otro lado hay otros dispuestos a querernos y aceptarnos libremente en su corazón.
"Felices sean los que saben vivir la amistad" dice Mafalda, otra filósofa amiga... y yo trato de hacerle caso, viviendo la amistad a fondo para ser un poquito más feliz.

domingo, 17 de julio de 2011

17 de julio 2011

Fotografía de un recuerdo hermoso. Hace varios años ya. La última vez a los ojos me dedicaste una sonrisa, me dedicaste tu ternura de algodón de azucar. Si en algún momento dudé de tu cariño me sirvió esa instantánea colorida para recomponer lo que los fantasmas le hacen a uno en la cabeza. Mucho tiempo pensé que te había fallado, que les había fallado a todos... muchos años en que extrané todo, pero más que a nadie a mí misma...
Yo llevaba mi niño en brazos, con cansancio de posparto en las ojeras y la cintura. Vos, con ese amor que dejaste germinar con paciencia, el que después te dió el adiós y el presente que te perpetua, parado detrás de mí en la cola del super, mirándome, sonriéndo, emocionándote... que me iba a imaginar que era la última vez que te vería...
Después te encontré muchas veces en los rincones más fantásticos de la vida, en la mente, en la meditación, en los sueños, en los ojos de otros, en otros cuerpos que recorren tus huellas buscando las mismas puertas que cuando se abren asoman a las mismas caras donde te miraste toda tu vida.
A veces puedo pensar en vos sin llorar, puedo reir bailando alguna canción de esas que tanto nos divertían, puedo agradecer, y agradecerte por tu último gesto de cariño y todos los que se que tuviste después (no puedo relatarlos porque nadie me creería) y seguir creyendo que tener amigos es una de las mayores fortunas.

sábado, 16 de julio de 2011

16 de julio 2011

Al fin se concretó lo esperado durante meses. Vino Pablo, "la escusa", y terminamos después de años, varios de nosotros, "los chicos del barrio" comiendo pizzas con birra en mi casa.
Seis o siete años estuvimos juntos, compartiendo muchas cosas, creciendo.
Para todos fue un paréntesis de existencia intensa impresa con fuerza en el alma. Indeleble. Me encantó mirarlos a los ojos y saber que los conozco aún, que son los míos, aquellos en los que invertí miles de horas entre mates lavados, calles de tierra, calor, humedad, risas, humo, música y hojas de papel. Es el mismo cariño. Sigo descubriendo en sus miradas esa conexión que se dió pura y natural, como concebida desde antes de nacer. Uno a uno los repaso y los distingo no tan distintos, para nada ajenos a pesar de los años: Se ve que sufrió y tuvo que madurar de golpe para ser su sostén y su alimento, para reencontrarlo al fin y al cabo en sus raíces... se ve que apostó y vió la bola rodar muchos años sin saber bien en que número podía caer y perdió mucho, pero no todo... se ve que tuvo la nobleza para domar mares de cemento y mares de soledad para armarse su destino... se ve que sigue esperando visitas en un living tan grande y cálido como su corazón con objetos que conspiran a escondidas las ganas de protagonizar la próxima aventura... se ve que es tan grande su sensibilidad que le cuesta tocarla... se ve que te extraña, mucho, y sintió tristeza y algo de miedo cuando el suelo se le esfumaba y todo se empezó a desintegrar, porque ese universo que se hacía girones tenía una cuadra y media de radio y pesaba millones de toneladas de amor, de momentos escritos en primera persona, dejarlo era como morirse un poco, como dejar de ser uno mismo y tener que inevitablemente reescribirse de nuevo en un idioma desconocido donde tal vez no nos podíamos entender tan bien. Tal vez era tan inmenso que había que partirlo para dejarlo ser y que cada uno pudiese custiodar una parte, darle paisajes nuevos donde hundir los ojos, otros caminos para recorrer y seguir aprendiendo.
Se vió que estabas ahí... porque eras el sol, eras la sonrisa donde convergían todas las sensaciones.
Al final estábamos juntos, porque nos llevábamos a todas partes en la materia donde nos hicimos.
Veinte años de soledad finalmente me abondonan y se llevan sus fantasmas.

miércoles, 6 de julio de 2011

6 de julio 2011

Extracto de un poema personal que escribí hace 3 años: Si existen fechas de vencimiento para lo que se siente, no lo sé, en mi corazón no hay relojes que giren en las dimensiones de tiempo establecidas para apuntar la ración razonable de vida útil de un sentimiento.
Cada vez me convenzo más de que algunas cosas no tienen edad, que parecen agotadas pero están ahí, como en stand by, esperando su momento.
¿Ando con pocas ganas de escribir ultimamente? Si. No tengo la urgencia de verbalizar todo lo que siento. Hacía falta ocuparse de hacer y de poner la cabeza otra vez sobre los hombros.
Varias cosas decantaron de este proceso que se desató.
Punto uno: Lo citado anteriormente
Segundo: No hay mal que por bien no venga, aunque suene cursi es lo que demuestran los hechos para el mejor de los casos.
Tres: Me ilusiono a pesar de todo, porque la ilusión me alimenta y me mantiene sonriendo mal que sea para los pocos espectros que atestiguan el amor que siento y el que entregué, el que busco reclinando los hombros sobre la almohada y cerrando los ojos con el ceño entrecortado por una luz que me ilumina entera cada vez que me ilusiono.
Anteúltimo: Te abrazo sin rozar tu cuerpo y te hablo como una loca, llenando cada espacio de mi mente con rostros de vos para vaciar mi soledad y no marchitarme acá viviendo y vos? Allá...? Quién sabe... Ya no importa, o tal vez no importe aún, todavía, que más da...
Último: El único miedo que me agita es no encontrarte y eso, a como están las cosas, ya sabemos que no es posible. Algún día las sombras se van a abrir y me vas a encontrar para tomarme de la mano, me vas a rodear con tus brazos para abrazarme, para seguir queriéndome y fundirte conmigo sin el apuro de las convenciones o el dolor de lo que no fue.