domingo, 23 de enero de 2011

23 de enero 2011

Domingo es un buen día para empezar un diario. Una bitácora de acontecimientos en apariencia inocuos con sus respectivas reflexiones incautas. Luego de un sábado ahogado en películas melosas de princesas, reporteras heroínas y viudas arrepentidas (ni hablar de súper acción); enfrento esta decisión poseída por el estímulo que me llega de mis compañeras navegantes: escribir un diario íntimo. Para mi persona particular, una obligación de escribir paliativa de mi consabida vagancia.
En medio de la revuelta mental, (habitué de las tardes de sábado) me percato del rulo de estatua que adorna la frente de Superman y le digo a mi hijo que esa marca de gel puede ser la solución para su cresta. Como recibo una mirada distraída por respuesta, continúo inmersa en mis preguntas trascendentales, con las piernas sobre el canto de la silla y pinza de depilar en mano inquiero: ¿Por qué a Lois Lane no se le sube la pollera mientras sobrevuela la ciudad abrazando al héroe de acero? (…)
Basta de pensamientos extraviados!! Ni una duda más…El mundo debe saber!! Una chica merece su voz en esta versión pusilánime la síntesis parisina.
Es que si somos la nada arrojada sobre el mundo, entonces somos la imaginación que emerge de ese instante. Estamos acá y somos todo lo inventado. El modo en que nos atraviesa y lo que hagamos de eso es mera creación. Pero me detengo en la instancia ariana, en el génesis y la reflexión lacónica de Sartre. Este es un momento iniciático y la nada, a la que por suerte distraemos facilmente, asusta por lo incierta. Soy en la misma medida el todo inventado y la nada absoluta latente. Me dispongo a desplegar el tejido tramado, creando sobre la reflexión con la palabra como aliada en un acto que se podría considerar friccionado y doloroso, un acto de arrojo.
Ya que estamos en el baile, bailamos…decía mi abuela, hasta sacar chispas del suelo. Y me viene a la mente la imagen de Superman cayendo como un meteorito hacia la Tierra, candente como un volcán y desprendiendo una estela de fuego elástica de su cuerpo.
Solo que él caía vencido por la Kriptonita, atraído por quien sabe que fuerza de gravedad escapada de la atmósfera hacia este planeta. Aclaro: el enemigo ya estaba vencido, obvio. ¿Habrá sido así de accidentada y odiosa nuestra forma de acabar en este recinto llamado mundo, tal como el muchachito de jopo perenne? ¿Expulsados de algún otro universo derrotados por nuestra debilidad, casi como un castigo? Pero…Miralo como lo cobijan los tiernos humanos… como lo revive el beso de su novia enamorada… ¿Lo adoran? ¡Le ponen de nuevo el traje y lo mandan a seguir salvando gentes, atajando misiles descompuestos y aviones incendiados! ¿No era al revés? ¿Si uno se sacrificaba y se moría, no se iba al cielo?
Naaaah… No more Hollywood, me quedo con Sartre. Sin antes y sin después, sin salvadores y sin promesas, después de todo quien quiere cargar con el plomo de ser bueno todo el tiempo.

Esto es el acabose!! Es una frase de una viñeta de Mafalda. ¿Porqué elijo esta particular cita para titular mi diario? Ustedes, amigos, pueden sacar la conclusión que les parezca. Tal como la interpreto yo, está íntimamente ceñida con la realidad, que a partir de aquel Mayo Francés se sabe circular y espiralada, tal como los aztecas percibían el tiempo.
Por lo demás, gracias por leer.

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