viernes, 22 de julio de 2011

22 de julio 2011

Otro rato internáutico viendo mi programa de filosofía favorito me parte la cabeza.
Sí, me encanta filosofar... desde chiquita, mate va, mate viene, Seru, Sui Géneris y otras hierbas musicales mediante para estimular la charla. Porque no es tan divertido filosofar solo, la idea se alimenta en el intercambio.
El capítulo de la semana es sobre la amistad, afín a la festividad reciente.
Aristóteles y Nietszche, dos pesos pesados, son la cita principal del debate.
Principio de utilidad y placer, según el primero, hacen a la amistad imperfecta, ya que según él lo puro es que te importe solamente el otro, resignando cualquier posibilidad de goce o satisfacción personal en el vínculo. Lástima que Ari no tuvo en cuenta la cuestión humana de base: todas las necesidades se satisfacen socialmente. La alimentación, la procreación, el esparcimiento. ¿Porqué no iba a ser la amistad un vínculo tan imbricado en la esencia del acercamiento entre las personas como cualquier otro?
Lo perdonamos... no leyó nunca a Freud, no sabe que el placer es impulso de vida y preservación, que es lo que nos mantiene unidos, pegoteados, cuidándonos los unos a los otros. No comprende tal vez que el placer libera el amor, y la utilidad la creatividad, la ganas de construir y hacer. Que se puede ser una cosa y la otra. Amar, gozar, compartir, sacar gusto y provecho, y tener una ética donde el otro sea remitente inequívoco de los actos recíprocos de ese intercambio, de recibirme como yo lo recibo, en todo lo que es y en todo lo que se tiene, haciéndose presente, relevante, importante, amigo...
Luego viene la cuestión de la semejanza... la que me hace más ruido... ¿Ser amigo del que es como yo? Mmmmm, esto deja afuera a cualquiera que no sea mujer, casada, madre, clase media, desocupada, estudiante, argentina, hija de tanos, católica en duda, medio zurda, medio fachista, medio psicóloga, medio esotérica, medio poeta, distraída tiempo completo, mate adicta, blogger, rockera, hincha de Boca, nihilista, acuariana y cortaziana... mmmm no, no...
Por principio de placer y utilidad, es añudo que uno sea amigo de alguien con quien no tenga al menos algo en común, pero ¿todo? ¿Qué gracia tiene? ¿Qué beneficio trae el narcisismo amiguístico? Reproducir en el otro la imagen propia que queremos ver ¿dónde nos deja el esfuerzo de ir al encuentro, de entregarse dejándose tocar por los demás y transformarse?
Más se crece cuanto más se conoce, cuanto más nos apropiamos de lo que nos enseñan los demás del mundo, pero también de nosotros mismos.
Pero Nietszche nos condena... ahí están las cuestiones de incompletud y carencia. En el otro, que tiene lo que yo no tengo, que me muestra todo lo que me falta, y eso ¿nos lastima el ego?
Esta tal vez sea la mayor pardoja que tiene el amor. Nos deja indefensos ante nuestra necesidad, nos vulnera. Pero no hay felicidad posible si no se atraviesa ese momento de desnudez, ese instante de mirar a los ojos y dejarse ver entero con los sin y sin los con. Despojados. Solo pupila titilando el reflejo de la luz de un amor, de una amistad que solo existe si del otro lado hay otros dispuestos a querernos y aceptarnos libremente en su corazón.
"Felices sean los que saben vivir la amistad" dice Mafalda, otra filósofa amiga... y yo trato de hacerle caso, viviendo la amistad a fondo para ser un poquito más feliz.

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