jueves, 5 de mayo de 2011

Episodio 7 - Karma done, karma finished

Es una mañana hermosa . Me encanta el color de las hojas que se deslizan por las veredas, color de rayos robados al sol. Camino, como hace varias semanas ya y por motivos personales, por mi barrio. Me asombro de ver la mirada generosa y admirada de los hombres sobre mí. En Villa Bosch, las cosas son más a secas.
Ando desentendida, como siempre, con mis Converse violetas, el jean gastado, sweater multicolor y un morral hindú cruzado de hombro a hombro que lleva desde hace tiempo prendido un pin de los Rolling Stones que compré en la feria de ciencias de mi hijo. Mientras voy por la calle, tengo la sensación dar una impresión precisa. Pero no. No soy rolinga. No soy hippie. Ni siquiera se bien que significa todo eso. Mi marido y mi hijo están yendo a retirar de la agencia un auto nuevo. Cero kilómetro. Mi marido es gerente de una multinacional. Yo soy la esposa de un gerente de multinacional. Y no se bien que significa eso.
Todo el camino tuve una imagen recurriendo a mi mente. Como en otras ocasiones, pensé que trataba de decirme algo y fantaseé sobre los posibles significados del mensaje, sobre alguna misión que me encomendaba. Algún llamado. Fantaseé y sin saber como ni porqué exactamente, terminé en el cementerio.
Caminé con una sonrisa soleada bordeando el paredón blanco,(arrancada de un piropo que me hizo el colectivero) preguntándome para qué estaba ahí y porqué cuernos no me habré casado con un buen muchacho boulognense. Entré y pregunté sobre un sitio que nunca había visitado. Tomé el papel con las indicaciones que me dió la empleada. Miré sus manos desplegando el plano y su dedo apuntando sobre un rectángulo particular. ¿Para qué vine acá? Agradecí y me encaminé, sin flores, vestida con colores de arco iris. ¿Para qué? ¿Para qué querías que venga? Vagamente recordé otros que estaban allí, a los que visitaba seguido hace muchos años. La garganta comenzó a achicarse. El pecho a comprimirse. ¿Para qué? Si ya me despedí de los que parten. Si no creo en la muerte. Si te dejé ir hace mucho cuando decidí guardarte con mis recuerdos y que permanezcas dentro mío como esa presencia sin tiempo que me ilumina, donde viven las cosas que me importan, lo que me hace feliz, lo que agradezco.
Quedé frente a frente a tu otra presencia, esa que no quiero ver, la que más duele y preguntándome para qué. ¿Para qué querías que venga?
Lloré cuando una mariposa anaranjada se acercó a los claveles que dormían en los floreros, cuando vi un nombre escrito, un segundo nombre que no recordaba. Quise escucharlo en mi cabeza en algún otro día. Alguno vivido y otro que inventé, al que le dibujé una sonrisa suya y manos entrelazadas.
Hablé un rato. Cosas incoherentes en su mayor parte. Algunos arrepentimientos, muchas disculpas, infinitas gracias por todo. Te quiero, te quise, te quiero, lo sabés.
Salí del lugar hacia una florería que estaba enfrente y le pedí al vendedor una sola flor. Mariana me dijo que Emilio decía que al cementerio se entra con una sola flor en la mano. Y Emilio todavía anda por ahí, así que no quise contrariarlo. Entonces, sin envoltorios y sin helechos, de jean gastados y un clavel violeta que el vendedor me regaló, acá estoy. Volví. Vine.
El tiempo sí pasó. Tal vez era eso lo que tratabas de decirme. No lo se. Tal vez era lo que necesitaba comprobar para enterarme de que se acabó. Que realmente ya no estás, que hacía mucho que no estabas, porque el tiempo pasó y hace que todo cambie. Hace que haya cosas que se elijan para dejar en el camino. Que uno ame, comparta, viva, aprenda, pierda y siga para adelante. Que la muerte sí existe.
De regreso otro colectivo. Más gente mirando los guanacos bordados en el bolsillo que cuelga sobre mi cintura. Ojalá hubiera entendido que no sabía nada cuando era la alumna buena de colegio católico. La hija de familia unida. La maestra de inglés. La novia del buen partido.
Ojalá hubiera estado lo suficientemente confundida como para no hacer el papel tan al pie de la letra.
Pero de lo que soy, de lo que tengo, es necesario aprender. Porque el tiempo pasa. Tal vez querías decirme eso hoy, mirándome a los ojos. No lo se.

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