sábado, 29 de enero de 2011

Episodio 2.- En clave de reflexión perturbadora

El sistema de las víctimas es muy antiguo y predecible. Existe en mi opinión, sobre todas las cosas, para no hacerse responsable del daño que las propias acciones tienen sobre los demás y así buscar fuera de uno la encarnación de la maldad donde depositar las miserias y tener una explicación de todos los errores que son propios.- El egoísmo y la cobardía amparan a las víctimas, nutren su sistema tóxico.
Me encuentro frente a una persona que cree que todo lo que uno dice o hace tarde o temprano lo perjudica, todo tarde o temprano "le rebota". Con esta lógica de permanente perjudicado, de "víctima" coarta las libertades ajenas, controla lo que no soporta que los demás demanden o necesiten. Acota, achica, empobrece. Oprime.
Podría explicarlo de muchas formas. La psicóloga en mí podría desarrollar una compleja interpretación basada en la teoría de los roles, en la ansiedades básicas de Klein. La misma también podría observar la participación activa, dialéctica de todos los constituídos en la trama (yo misma incluída) y hacer un esbozo de estrategia para avanzar hacia la salud, hacia la superficie. Que los miedos a descentrarse, que las estructuras internas tan rígidas, que cuestionarlas ufff- qué trabajo no siempre exitoso!! que patatín- que patatán...

Pero hoy no... hoy quisiera disfrutar del cielo sin análisis previos, sin retenerme en el juicio ni en el prejuicio, sin tener que maniobrar las redes laberínticas que me persiguen. Simplemente sentirme amada. Y que el amor me llegue como un viento a los labios, libre y refrescante, sin apego y con el sabor del sol en el beso. Un amor liberador y edificante, despojado, intenso. Que vivifique mi espíritu y consagre mi cuerpo. Un amor que no tengo. Un amor que ya no siento. Porque el sistema de las víctimas me sujeta como el chaleco de fuerzas a un loco y sólo me escuchan y me ven las paredes blancas del recinto de aislamiento, donde todas mis esperanzas se dedican lentamente a morir.

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