domingo, 23 de enero de 2011

Episodio 1.- En clave de crítica constructiva

Living la vida burguesa
Mediodía de domingo recién amanecidos, tres de cuatro. Adolescente pernocta fuera de casa, en lo un primo a punto de salir para Corrientes. Imagino despedida cargada de Counter Strike y otros vicios.
Con los negocios cerrados y la heladera vacía llega la propuesta previsible del patriarca: Vamos a comer por ahí. Subimos al auto, no muchas cuadras hasta las arboladas manzanas circulares de Ciudad Jardín. El banquete, de porciones desproporcionadas. Cerveza negra tirada de espaldas a una desarmonizante svástica que adornada el cartel cincuentenario de una gasolinera (El sitio está lleno de antigüedades varias) Con la vista clavada en el ojo izquierdo de Rivadavia en un billete de Austral, prometo no volver más a este lugar.
Más tarde, en la cama acurrucados al alivio del aire acondicionado, contemplamos la copia pirateada de Toy Store 3 hasta que al Benjamín se le hace hora para ir a la pileta.
Me quedo tendida en la cama un rato más, cebo mate mientras intento hojear las últimas páginas de Drácula. Desde la tele, el intenso zapping de mi compañero me recarga de datos y sonidos sin desconcentrarme de la lectura, excepto breves paréntesis: Informe sobre el finado Ferrocarril Trasandino y el debate recurrente de la semana, los menores y la imputabilidad.
Acaricio sospechosamente el lomo negro de mi Drácula, mis ojos descansan sobre sus letras pero mi mente dispara hacia otro capítulo.
Y no se porqué me acuerdo del lunático Renfield, el zoófago come alimañas. Un pasaje particular de su coloquio con el doctor me estremece mientras resuenan en mi cabeza las palabras: menores… asesinos… inimputables… delito… inseguridad.
En su conversación sobre su ansia de fagocitar, el lunático advierte: Yo lo que quiero es vida, muuuuucha vida para llenarme de vida yo y así vivir eternamente a través de la vida que he absorbido de las bestias que he comido. En su psicosis el loco cría moscas y se las da de comer a la araña, cría arañas y se la da de comer a los pájaros, cría pájaros e intenta dárselos de comer a un gato. Supongo que el loco piensa que comerse el gato es la vía más rápida de absorción de cientos de vidas anteriormente devoradas. Él domina al gato y domina todo lo anterior. La pirámide de poder es perfecta en su cabecita de loco. Excepto por el detalle de las almas…
Qué loco, no? Mientras miro mi vida burguesa, intento un inventario de vida a disposición de mi consumo. Vida confort, aparatos, telecomunicaciones. Yo, como otros miles de zoófagos emplazados como ladrillos de la pirámide de poder, y ese pequeño y molesto detalle de las almas… ¿Quién quiere cargar con ellas? Para eso está el estado, dicen algunos, y para qué se pagan los impuestos sino… Y ellos los tienen ahí con la boca abierta para que se  las llenen sin hacer nada y nosotros, los que laburamos, sin poder salir a la calle si quiera!!- reclaman.
El agua se enfrió (o no quiero seguir escuchando y esta vez no cambia de canal por compulsión), más la perra necesita salir a hacer sus necesidades. Trago saliva, en el preciso instante en que veo pasar tres almas por la vereda. Desde la puerta entreabierta los veo llevarse una cajita de zapatos vacía que dejé en el canasto de la basura. Una de ellas me refriega su panza inflada de parásitos y me regala una mirada hermosa, negra y  resentida.
¿Quién quiere cargar con ellos? No, los señores burgueses persistirán en seguir devorando (puesto que ya lo creen su natural derecho) y de las almas que se ocupe el diablo, cuanto antes, de más jóvenes mejor, señor!! Sáquenlas de la vista, y convénzannos de que somos los necesarios, los buenos, que para eso se pagan los impuestos…


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