jueves, 10 de mayo de 2012

10 de mayo 2012

Hoy anduve de reacomodamiento, guarda que te guarde y tire. Es que clima nos tiene perplejos: lluvia, truenos, sol, humedad, calor, en fin, pasan los años, la moda pasa, las cosas envejecen más rápido que uno. Entonces hacía falta renovar un poco el guardarropas. Anduve de compras. Lo usual, nada estridente. Voy al placard, abro las puertas y me trepo a una silla para repetir el ritual de cambio de estación: se saca lo viejo, se agrega lo nuevo, se descarta lo que no da más. 
Apenas medio metro de elevación del suelo me sirven para saber que desde lejos se ve más y mejor.
Me doy cuenta de que estoy amontonando la ropa en el mismo espacio de siempre. Dos estantes diminutos en la primera puerta de la derecha y el resto del placard, vacío...
Me doy cuenta de que en cuatro meses es mucho el espacio que está libre y que aún no me atrevo a usar. Los cajones de la cómoda, el estante de arriba, la mesa de luz. 
Profundizando la cuestión me doy cuenta de cuenta de cuantos espacios uno se desacostumbra a usar. Cuantos espacios quedan expropiados porque se ceden y se conceden al consagrar una unión. Y cuanto cuesta volver a apropiarse... tal vez porque no están libres del todo, o uno piensa que aún su dueño los puede venir a reclamar. Tal vez sea cierta culpa, como de estar usando algo que no es de uno, porque se dio o se compartió durante tanto tiempo que ya no es fácil distinguir o sentir el derecho propietario. No lo se, solo se que son muchos esos espacios aún vedados. En el corazón. En la mente. En el mundo. En el placard... Tal vez algún día pueda volver a decir que todo eso es mío para disfrutarlo y explorarlo, incluso expandirlo hasta donde el ahínco o la imaginación permitan. Para compartirlo o volver a entregarlo a quien yo quiera... incluso a vos si así lo desease... Pero por ahora ando acomodando todo sin alterar demasiado el aspecto general de las cosas. Puede ser que todavía me cueste entender que cambié. Que migré de piel y de estado. Porque en el fondo, mientras los cajones sigan deshabitados, mucho no habrá cambiado dentro mío, al menos por el momento...

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